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Unas cremas para la cara

La pornografía política suele ser abundante en escenas cutres. Como el vídeo de doña Cristina Cifuentes intentando llevarse sin pagar dos botes de crema para la cara en un supermercado de Eroski. Las cámaras del supermercado grabaron la imagen de la citada señora abriendo el bolso ante un guardia de seguridad para certificar el intento de robo y siete años después la cinta es dada a la publicidad por un periodista especializado en escándalos. Al parecer, es obligación de los usuarios de cámaras de seguridad borrar su contenido pasado un cierto tiempo pero en este caso debió de haber una excepción dado el relieve político de la afectada, que era entonces vicepresidenta en el parlamento autonómico de Madrid y estaba en los inicios de una fulgurante carrera que la llevaría a ser primero nombrada delegada del Gobierno y por último presidenta de la comunidad autónoma hasta su dimisión hace dos días. Nadie conoce las razones por las que los encargados de seguridad de Eroski decidieron conservar esas imágenes, aunque hay que alabar su perspicacia de considerarlas como material explosivo utilizable años después. Y tampoco nadie sabe, de momento, cómo esas imágenes -según testimonio del periodista que las dio a publicidad- llegaron a conocimiento de la cúpula del PP que, al parecer, habría ordenado su destrucción guardándose una copia. Una explicación que no resiste el mínimo análisis lógico puesto que nadie ordena la destrucción de nada para quedarse luego con una copia de lo que previamente acordó borrar. El caso es que el vídeo del intento de robo de dos botes de crema para la cara sirvió para empujar a la dimisión de la señora Cifuentes, que hasta ese momento se resistía a hacerlo. Un empujón innecesario porque la carrera política de la citada señora estaba acabada después de conocerse la forma irregular en que había adquirido un título universitario. Tan innecesario, y tan cruel, que hasta el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, manifestó que no es lícito en la contienda política utilizar cualquier medio para destruir a una persona. "A moro muerto, gran lanzada" se recoge en el refranero para aludir muy gráficamente a la falta de caridad con los vencidos. Mientras tanto, los medios se entretienen especulando sobre la identidad de los filtradores del vídeo que muchos sitúan en las propias filas del PP, en guerra abierta en la comunidad de Madrid después de la dimisión de la señora Aguirre y de los encarcelamientos de González y Granados, que fueron hombres de toda confianza de la lideresa. El navajeo es constante y algunos interpretan que la difusión del vídeo es una respuesta a la decisión de Cifuentes de llevar al Fiscal supuestas irregularidades en el proyecto de Ciudad de la Justicia que había impulsado Aguirre. Sea lo que fuere, a nadie debe de extrañar . Desde el llamado Tamayazo (2003), supuesta compra de dos diputados socialistas (Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez) para propiciar el nombramiento de Aguirre como presidenta del gobierno de la comunidad de Madrid, aquel territorio vive agobiado por una sucesión de escándalos en la que se entremezclan política, finanzas, enredos sentimentales y tramas de espionaje. Y a ese sistema hegemónico , que diría Gramsci, se le conocía como el modelo de éxito del PP. Pues, vaya modelo.

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