Uno de los principales atractivos turísticos de La Gomera -que se lo digan a la canciller alemana, Angela Merkel- es el Parque Nacional de Garajonay, en especial el núcleo del bosque del Cedro, convertido en bosque encantado y encantador. Un lugar con especies de flora y fauna únicas, que muestra cómo pudo ser el extraordinario bosque de laurisilva de Gran Canaria, conocido como la selva de Doramas.

Hace mucho que desaparecieron muchas especies que habitaban esta isla. Una suicida actuación que el ser humano realizó a conciencia, para los usos madereros en la construcción, obtención de leña (antes de la irrupción de los electrodomésticos y el gas), y la roturación de terrenos para dedicarlos a cultivos, tras lo cual se produjo el abandono del monte y su conversión en vertedero o establo de ganado abandonado.

El Cabildo desde sus inicios -inspirado por Francisco González Díaz, el amigo de los árboles- intenta cambiar la tendencia y elevar el valor natural de la isla. Para ello ha recuperado paisajes desolados en todo el litoral e interior de la isla. También creó instalaciones para recogida y tratamiento de residuos, mientras compra y repuebla bosques que fueron arrasados. Ha iniciado, además, actuaciones sobre el paisaje (de todos, a pesar de que unos pocos lo hieran profundamente). Para ello, desde hace un siglo, el Cabildo ha destinado fondos propios y captados de otros organismos para comprar tierras abandonadas y desarrollar actuaciones sociales, culturales, turísticas o científicas como los programas Life, que intentan recuperar especies autóctonas (pinzón azul o bosque de cedro) y controlar las invasoras (serpiente de California).

Pero la recuperación del medio natural también presenta obstáculos que conocen los técnicos de la Unión Europea que realizarán en agosto una evaluación del programa Life, que podría reprobar las actuaciones y obligar al Cabildo Insular de Gran Canaria a cerrar prematuramente (casi finalizado) el Life Guguy para la "Recuperación de los bosques endémicos de Juniperus spp, y su flora y fauna, en la Reserva Natural Especial de Güigüí".

Más allá de tener que devolver los fondos a Bruselas (unos 400.000 euros) subyace la posibilidad de pérdida de confianza de la UE para financiar otros proyectos en la isla. Y todo a pesar de la correcta gestión que se ha topado con unas cabras abandonadas y la contestación social por la abatida como solución para erradicarlas. Unos animales que son ejemplo del progresivo abandono del pastoreo tradicional, que son 'guardadas' en ese recóndito territorio donde viven y se reproducen alimentándose de la escasa flora existente. No eran los pobladores originales del espacio, pero allí están como amenaza para lo que se planta con fondos europeos, aunque para evitarlo se haya vallado cada uno de los casi 20.000 plantones. Por ello, para acabar con la amenaza de este ganado abandonado se contrató a expertos tiradores que trabajan para el Parque Nacional de Doñana. Una acción aprobada por la comunidad científica pero con el rechazo de algunos grupos o personas.

En esta situación, la administración insular actual (el proyecto se inicia en mandatos anteriores del Cabildo) se convirtió en objetivo de las críticas por actuar ante una situación que no sólo afecta al espacio natural protegido sino también a fincas agrícolas de la zona de Tasartico, además de otros problemas.

Ante esta situación, los responsables del Cabildo han da-do un giro al proyecto, entendiendo que la solución pasa por contemplar la variable so-cial al abordar los problemas medioambientales. Que es imposible resolver la cuestión de las cabras abandonadas sin contemplar la variable humana como parte del ecosistema. Frente a un modelo de gestión medioambiental exclusivamente técnico, el Cabildo considera que existe margen para alcanzar soluciones consensuadas con todas las partes, implicando a pastores, apañadores, colectivos del salto del pastor, Ayuntamiento, población de La Aldea y contactos con las sociedades de cazadores, además de la comunidad científica.

Fruto de ello, el Cabildo desarrolla acuerdos de colaboración con cada colectivo y también ha utilizado drones, trampas... todo ello dentro de lo que han dado en llamar la 'gambuesa social', que empiezan a dar resultados positivos como el hecho de que ya no se discute la necesidad de repoblar y cuidar este bosque que dentro de varias décadas ofrecerá un nuevo paisaje en lo más recóndito de la isla.

En definitiva, el Cabildo frenó las cacerías y prepara una gran operación con todos estos colectivos para agrupar las cabras en un punto del territorio y poder sacarlas para recuperar el bosque de cedros en Guguy. Una actuación que permitirá consolidar y extender la recuperación forestal de la zona y aspirar a nuevas intervenciones en una isla que intenta convertirse en referente de recuperación medioambiental.