La Provincia - Diario de Las Palmas

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reflexión

Europa y algunos nombres propios

Hace años escuché a alguien bromear como sigue: un inglés es un gentleman, dos ingleses son dos hooligans, tres ingleses son un imperio.

Un francés es monsieur, dos franceses son monsieur y madame, el tercero es el amigo de madame.

Tres españoles: uno Don Quijote, dos son Don Quijote y Sancho Panza, tres son un sindicato.

Y tres alemanes, uno es filosofo, dos son dos bebedores de cerveza y tres son un ejército.

Chesterton decía que Inglaterra debe algo a Francia, Francia a Italia, ésta a Grecia y Grecia a Palestina. Palestina, según Chesterton, solo le debe algo al paraíso.

En la historia de Francia, decía Chesterton, Robespierre añadió a la libertad y a la igualdad, la fraternidad porque los dos primeros no podrían coincidir. Los ingleses, sin embargo, han venerado al primero de esos atributos y despreciado los otros dos. Es conocido aquello de que los ingleses eran de trato agradable y los franceses aunque comedores de ranas eran de agradable trato.

Todos los hombres nacen según Coleridge aristotélicos o platónicos. Los platónicos creen en las clases, géneros y órdenes mientras los aristotélicos piensan que estos asunto son simples generalizaciones. El inglés es aristotélico y el alemán es platónico. Lo real para los aristotélicos no son los conceptos abstractos sino los individuos. El inglés rechaza lo genérico porque lo individual es irreductible, inasimilable, impar. Recordemos que para Unamuno la síntesis de Europa estaba en Alemania y para Azaña lo era Francia.

Francia me evoca un debate Clemenceau-Poincare.

Alemania me recuerda que el Bildung no impidió la seducción nazi.

Hemos llegado a Alemania, el país europeo más predispuesto a revoluciones del espíritu y menos a revoluciones políticas. Thomas Mann vs Richard Strauss, que hizo el himno de los juegos de 1936 mientras que Mann arengaba por radio a la resistencia contra Hitler.

Al alemán se le ha despreciado como un bebedor de cerveza y amante de la caza, un haragán de sentidos fríos, hecho para el cristianismo que es religión de indios y carentes de pies, solo poseedores de piernas según Nietzche. Pero son los titulares de la marca Bildung que significa la voluntad manifiesta de alcanzar el máximo de desarrollo como ser humano. Se dice que el alemán es superior porque solo ellos tienen lengua pura. Solo ellos son capaces de tener profundidad en su pensamiento. De aquí una anécdota que si no es cierta está bien contada que localiza a Ortega y a Octavio Paz en un hotel junto al lago de Ginebra. Quiero ser filósofo, decía Paz, a lo que Ortega contesta: empiece por estudiar alemán.

A fin de cuentas algunos piensan que solo hay dos nacionalismos, el alemán y el judío. Según el estatuto del judío de 1940, judío es el que tiene tres abuelos de raza judía o dos abuelos y el cónyuge.

No me salen las cuentas de Europa porque hemos hablado de una Europa desde la asignatura de la geografía. Conviene pensar en Europa desde la filosofía. No como un estado natural sino como profesión de fe. Conviene desplazarse al Este. Para entender ese estado del espíritu del que habla Canetti. Una Europa bajo la burocracia de los Habsburgo, en lugar de la burocracia de Bruselas. Una Europa que no es de instituciones sino de espíritu.

Canetti hace vibrar con ese espíritu. Era judío búlgaro, criado como un judío español y recibió el premio Nobel bajo la bandera inglesa.

Entonces encontramos que Europa es la Mitteleuropa con centro de gravedad en Viena, Praga o Budapest. Allí anida el reino milenario de Musil donde la password no es el euro, sino cacania.

En ese reino milenario sin egoísmo ni acumulación de riqueza, nuestro espíritu se abrirá y disolverá frente a hombres y bestias. No seríamos ya solo nosotros mismos y solo nos avanzaríamos si nos mezclamos con todo el mundo.

José Francisco Henríquez. Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos. Economista

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