Recientemente leía en una entrevista realizada a Sir Maurice Joseph Micklewhite, más conocido por su nombre artístico como Michael Caine (1933), actor ganador de dos Oscar, cómo hablaba emocionado de sus orígenes y recordaba orgulloso a sus padres. Lo que, a mi entender, dice mucho y bien de él, porque pocas cosas hay en esta vida como ser agradecido. Es más, detallaba sus oficios, no en vano, trabajó desde los 15 años, y se detenía en su padre, Maurice Joseph Micklewhite, para añadir que trabajaba en el mercado de pescado. De hecho, aclaraba que él mismo vendió pescado y que trabajó en lugares como Covent Garden, en Londres. Y fue allí donde yo lo vi, casi me parece tenerlo delante, cuando ya había vuelto de servir en la Guerra de Corea y trataba de abrirse paso en el mundo de la interpretación, siempre echando una mano descargando camiones en el mercado.

En 1956, yo llegaba a la ciudad del Támesis, procedente de mi Telde natal. Contaba, por aquel entonces, con 17 años. De hecho, no fuimos pocos los canarios los que coincidimos con él en Covent Garden cuando ayudaba a su familia. Hasta que al final, ya a principios de los años sesenta, alcanzó el éxito con Zulu.

Quedaba claro que el hijo de Micklewhite había hecho historia. De manera que todos en Covent Garden sabíamos que en ella estaría el propio mercado. Por eso no he podido evitar emocionarme al leer su recuerdo a sus padres y a nuestro mercado. Y digo "nuestro" porque al menos 15 oficinas pertenecían a los canarios que residíamos en la capital inglesa. Con lo que representábamos casi el noventa por cierto de la producción y venta agrícola existente. Ese es el lugar al que Sir Michael Caine hizo mención, con orgullo y cariño.

Pasaron los días, y tras comentarlo con mis amigos-hermanos Tonón Gómez, Ramón Chesa, Moisés Rodríguez, Antonio Rodríguez y Antonio Marrero, canarios que también estuvieron allí, y con los que me veo casi diariamente, recordé lo que no estaba al alcance de los compradores, ni de los visitantes actuales, lo que no se ve de Covent Garden. Cómo llegaban los barcos al muelle con las mercancías, el café hirviendo que teníamos que tomar porque al salir a la calle se podía helar, los camioneros jugando al fútbol a la espera de que llegaran los barcos?Y el cine. Porque Covent Garden es fantasía. De hecho, justo en aquellos años, en 1972, el mismísimo Alfred Hitchcock rodó en "nuestras" calles la película Frenesí. Inspirada o basada en la novela Goodbye Piccadilly, Farewell Leicester Square, escrita por Arthur La Bern, el Londres de entonces, década de 1970, era su escenario. Covent Garden, en su esencia, era el lugar en el que todo acontecía. Y es que el padre de Hitchcock también trabajo allí, entre la mercancía y el bullicio. De ahí que en más de una ocasión leyera que el director volvía a sus raíces.

Curiosamente, si les preguntaran, muchos asociarían el mercado con My fair lady, incluso con la película Match Point. Hasta algunos dirían Mary Poppins, sin saber que se rodó en decorados de California, aunque haya tours en Londres que llevan a lugares que aparecen en esta maravillosa película. Además, hasta los más pequeños tienen su lugar, ya que el callejón Diagon de Harry Potter está a pocos minutos a pie de Covent Garden.

Pero de lo que no debe haber duda, y este es también mi emocionado recuerdo, es que muchos canarios fuimos parte de la realidad y de la fantasía de un sitio mágico. Espectadores de la ficción, actores de su hermosa historia.

Gracias Sir Michael Caine, por recordar "nuestro" mercado como pocos lo han visto y lo conocieron.