Querido amigo. Rocío es una enfermera sevillana que trabaja en Girona, una madre soltera que tiene 36 años y que llegó a Cataluña cuando su hija tenía apenas cinco añitos. Desde entonces la niña está en un colegio público donde solo se habla catalán y, naturalmente, se ha acostumbrado a hablar en esa lengua.

Rocío es incapaz de aprender un idioma, así que le habla a su hija en castellano y la niña le contesta en catalán...

El verano pasado los abuelos fueron por primera vez a Girona a ver a su hija y a su nieta, y se encontraron con la sorpresa de que a la niña no la entendía ni la madre que la parió.

En España se puede decir "Buenos días" en catalán, euskera, valenciano, aranés, gallego, valenciano, mallorquín, asturiano, aragonés oriental, altoaragonés, cántabro-montañés, extremeño, galaico-extremeño, leonés, árabe melillense, rifeño ceutí y también en nuestro silbo gomero, pero todos podemos entendernos en castellano.

Mucho me temo, Gregorio, que la Torre de Babel de Babilonia no es nada comparado con lo que tenemos aquí. Pero si alguien quiere todavía construir una torre para llegar al cielo, que no tema la maldición de Yahveh, los españoles también formamos un solo pueblo y hablamos todos la misma lengua, pero no queremos entendernos.

Según el Instituto Cervantes, en el mundo hay más de 550 millones de personas que hablan español, pero no parece que sirva para entendernos entre nosotros.

Después del chino mandarín, el castellano es el idioma que más se habla en el mundo, sin embargo el gobierno de la Generalitat exige que en Cataluña solo se hable catalán.

Hasta hace poco la Generalitat reconocía que más de la mitad de su población tiene el castellano como lengua materna, por lo que no puede obligar a esas familias a escolarizar a sus hijos en una lengua que no es la suya y que, además, no les va a servir de mucho.

Tampoco es un drama que algunas lenguas y dialectos desaparezcan cuando la gente se entiende en una lengua común. A lo largo de la historia se hablaron miles de lenguas que ya no existen, y lo mismo seguirá pasando porque la lengua es esencialmente un instrumento de comunicación.

No se puede detener el curso de la historia, Gregorio. Sería, por ejemplo, como si nosotros obligáramos a los vecinos del Risco de San Nicolás a mantener los colores de sus fachadas como patrimonio histórico-artístico, cuando lo lógico es pensar que aquellos colores surgieron por la necesidad de que cada uno pudiera localizar su casa que entonces no tenía número ni las calles nombre. Pero ahora ya no es necesario y, lamentablemente, acabarán por desaparecer.

Por cierto, en Valencia acaban de inaugurar una televisión que solo emite en valenciano... Es como pensar que en La Gomera pusieran una televisión transmitiendo por silbos...

Imponer un idioma no es cuestión de cultura, Gregorio, es una argucia para utilizar la lengua como instrumento político en beneficio de nacionalismos populistas.

Un abrazo, amigo, y hasta el martes que viene.