Yo intuyo que sospecho que me huelo que barrunto que puedo inferir -probablemente- que conjeturo -posiblemente- lo que malicio que presiento que vislumbro que presagio que husmeo que presumo, es decir, que existe una relación o una ligazón o un vínculo o una afinidad o una correlación o una conexión o un esternón o un melón según lo que dijo o aseveró o remarcó o subrayó o insinuó o deslizó o escupió o argumentó o susurró o masculló o manifestó o sostuvo o dejó caer el abogado, no sé, aunque sinceramente ignoro, desconozco, me es ajeno si el abogado mintió, falsificó, fingió, se equivocó, inventó o exageró lo que puede ser esa relación, esa ilación, ese esternón, si lo hizo porque lo hizo o porque no lo hizo o no lo hizo porque lo hizo o tal vez viceversa sin que pueda aportar ahora mismo, lo comprenderán ustedes, pruebas, indicios, huellas, concomitancias, señales, signos, himnos respecto a ese esternón, ese melón, esa ilación, esa relación entre el periódico, si el abogado estaba hablando del periódico y no del reumatismo de un tío abuelo suyo, no puedo asegurar totalmente este extremo, y Fernando Clavijo, si es que se refería a Fernando Clavijo, y no a Fernando, a Hermando, a Fidalgo Clavero, Claramund, Claver, Cladera, Clapes, Clar, Clavell, Cladellas, Claraso, o Servando Claras, o Claramon o Clavelo o Claja, o se podía referir no a Clavijo, sino al sufijo de Fernando, que ahora mismo no puedo recordar cuál es pese a mi memoria excepcional, de la misma forma que con la locución la provincia podría aludir, no cabe descartarlo absolutamente, a Ávila o a Teruel o a Sevilla o a Gerona o a Cádiz o a Badajoz, que con Cáceres son dos, o a Alicante o a Palencia o a Pontevedra o, sin arriesgar demasiado la hipótesis interpretativa, a Salamanca, a Ávila o a Teruel, una relación con un único objeto, o quizás varios, o quizás, no tengo indicios ni vicios que lo avalen, infinitos propósitos, porque la verdad es única -y la tengo en mi mesilla de noche, a buen recaudo- y la mentira múltiple como los tentáculos de un pulpo, un pulpo chicharrero, que son cefalópodos innobles y no caballerosos como lo han sido desde siempre los pulpos de las aguas grancanarias, una relación que, por supuesto, no voy a explicar, porque puede perfectamente no existir, insisto, no existir, mientras lo que existe es mi insistencia en llegar a la verdad sea como sea, la verdad por encima de todo, la verdad que les acabo de explicar sin miedos, sin rodeos, sin balbuceos, ambigüedades ni subterfugios, esa verdad terrible y evidente en sí misma, tal y como acabo de detallarles: LA PROVINCIA socava los mismos cimientos de la democracia y si no lo crees es que no crees en mí, ni en la democracia, ni en Gran Canaria, que viene a ser lo mismo, que viene a serlo todo, que viene ser la nada. ¿Alguna pregunta?