En España tenemos un problema grave de natalidad. Una sociedad, como si fuera un ser vivo, necesita reemplazar los individuos que la componen y si es vigorosa, incorpora más elementos de los que desecha. La muerte y la emigración son las formas que tiene la sociedad humana de perder individuos, la inmigración y los nacimientos de incorporar. Si la sociedad es atractiva para otros y tiene capacidad de acogida, la inmigración es una excelente estrategia porque renueva el acervo genético, además de que las personas que tienen arrestos para dejar su casa, su pueblo, su gente buscando una vida mejor son energía para la sociedad de acogida: lo darán todo.

La decisión de tener hijos, cuántos y cuándo tiene un aspecto racional y otro irracional. Hay muchos estudios que demuestran que la facilidad para utilizar contraceptivos es solo un factor más en la planificación familiar. Influye más las oportunidades que da la sociedad, tanto para el embarazo como la crianza como la perspectiva vi-tal que imaginan los padres para el hijo. Si queremos reducir esta sangría que nos conduciría a una sociedad enferma, destinada a desaparecer, es necesario fomentar políticas que faciliten la llegada de nuevos miembros: entrada de inmigrantes y facilidades para la crianza de nuevos seres.

Es posible que las sociedades más antiguas controlaran la natalidad mediante abortos e infanticidios. Hoy no toleramos lo segundo y respecto al aborto, independientemente de la postura de cada uno, la sociedad ha decidido regularlo, por tanto es una decisión de la mujer dentro de los ámbitos de la ley. Nos interesa saber cuánto se emplea el aborto como método para evitar hijos porque ese uso denota un fracaso en el de los medios contraceptivos. Aunque el aborto esté legalizado no quiere decir que sea deseable, causa mucho dolor y no está exento de riesgos.

Me advierten los profesionales que están en estos asuntos que el número de interrupciones voluntarias de embarazo (IVE) está aumentando en casi la misma medida que se está dejando de utilizar los medios contraceptivos hormonales clásicos. Me dicen que hay un movimiento en contra del uso de hormonas porque se ha difundido la idea de que tienen muchos riesgos y que quizá sea una forma de modificar la fisiología femenina. Nada peor para el control de la natalidad que el IVE, nada peor. Hay un menú de opciones que se pueden adaptar a todas o casi todas las situaciones, opciones que se pueden elegir alternativamente según las circunstancias y que han sido consensuadas en el seno de OMS.

El método más antiguo es el condón. Dos inconvenientes: depende de la voluntad del varón y su eficacia no es absoluta. Tiene la ventaja de que evita o reduce mucho las infecciones de trasmisión sexual. Por tanto, hay que usarlo siempre en relaciones casuales o inseguras aunque la mujer siga otro método contraceptivo. El diafragma es el método de barrera diseñado para uso de las mujeres. Es menos eficaz que el condón y no tiene la ventaja de evitar las infecciones de trasmisión sexual.

La píldora diaria de estrógenos y progestágenos fue el primer método hormonal. Es muy eficaz. Como ventajas adicionales, regulariza la regla, mejora la tensión premenstrual y la dismenorrea, puede disminuir el acné y además reduce el cáncer de ovario y quizá el de colon. Pero 2 de cada 10.000 mujeres sufren una trombosis venosa, a veces peligrosa y hay un mínimo, dudoso, incremento del cáncer de mama y despreciable de infarto. Las dosis que se dan hoy día son tan bajas que los riesgos se han moderado mucho.

Una buena alternativa a la píldora diaria, si es la opción adecuada, son las inyecciones de progestágenos cada varias semanas. Hay una que se administra cada 8 semanas a base de noretisterona, otra cada 12 de medroxiprogesterona. Esta última produce más amenorrea, más pérdida de hueso, que se recupera cuando se deja de utilizar y más ganancia peso, 2, 3 kilos, pero no se asocia a acné, depresión o dolor de cabeza. El 50% de las usuarias lo dejan al año por razones variadas.

Hay la alternativa de colocar un dispositivo bajo la piel que libera progestágenos y dura 5 años. En caso de intolerancia o cambio de opinión se puede retirar. Se incluye en los llamados anticonceptivos de larga duración, que también incluyen el más popular, el DIU. Los DIU más recomendables son los de cobre si bien los que liberan hormonas son una opción. Los DIU con sólo gestágeno son un buen método contraceptivo. En las mujeres sin riesgo de infección de trasmisión sexual no incrementan la probabilidad de enfermedad pélvica inflamato-ria y, contrario a lo que se cree, no hay más riesgo de embarazo y las perforaciones son raras. La experiencia es que lo dejan antes de 5 años el 50% por dolor y sangrado.

Es un breve e incompleto resumen de las opciones. Cada mujer, o pareja, elegirá la que más se adecue a sus necesidades, gustos y posibilidades con el apoyo de los profesionales expertos en el tema.