El presidente Clavijo nos ha contado que la Ley del Suelo de Canarias que ha entrado en vigor en 2017 venía a resolver por la vía de la agilización el pandemónium legal que hay organizado en Canarias en lo que hace al territorio. No es que esto sea incierto, sino que la realidad es justo la contraria. No voy hay a referirme a extremos técnicos pero el resultado de la ley a corto plazo es que todo lo ha parado. Stop sin go.

En la medida en que pocos ayuntamientos se han adoptado a la Ley Canaria en su Texto Refundido, los particulares y la inversión pública ven muchas de sus expectativas suspendidas.

Valga por delante que me equivoqué al mostrarme hace meses favorable al borrador de la Ley del Suelo de Canarias.

En la época de Paulino Rivero se promulgaron tantas normas que hacía bueno a Napoleón cuando propiciaba tantos reglamentos cuantos fueran necesarios para que el reo no supiera la exacta razón de su ahorcamiento. Paulino fue el caos, el frenesí diabólico.

En la época de Clavijo se ha promulgado una ley de fácil lectura tecnocrática donde la substancia política no es vecina al texto. En una distopía o una utopía negativa en la medida que de forma arbitraria se pretende alcanzar un fin que cortocircuita intereses fundamentales. Una gran ocasión perdida o, dicho de otra manera, otra buena idea menos.

Hoy en día no todos los emprendedores son iguales ante la Ley. Si vives en Santa Lucía tus proyectos se podrán hacer realidad antes y mejor que si vives en Mogán por la razón de que unos han hecho sus deberes y otros no. Cuando digo hacer deberes me refiero a tener adaptado su planeamiento. Una obligación ineludible de los ayuntamientos y cabildos que han incumplido sin que ni siquiera sea del dominio público. Para penalizarlos cuando proceda en las urnas.

Es cierto que la normativa europea, básica y de obligado cumplimiento, entorpece por sus exigencias, pero para eso está la habilidad intelectual. Decía Richard Strauss que Wagner acopió una montaña que era difícil de cruzar pero que él se las había ingeniado para bordearla.

Si asumimos la norma europea y le añadimos la cultura urbanística española sale la realidad actual explicada con la jurisprudencia del Sermón de la Montaña. No sale lo pretendido o aquello que es útil.

Hoy por razones que se emiten desde hace tiempo desde Bruselas en forma de Directivas, un documento urbanístico se inicia con la concreción de un documento de alcance que debe elaborar el órgano ambiental. Y no hay órganos ambientales. El motor de arranque no está en el vehículo. Los ayuntamientos firman convenios con los cabildos o el Gobierno de Canarias para que ejerzan las funciones de órgano ambiental. Dicho breve, todo se inicia por un órgano que no existe en los ayuntamientos y que estos han de pedir prestado.

Se cogió a los efectos de la tramitación de planes y programas el mapa europeo y en lugar de atisbar atajos se propone una circunvalación a baja velocidad.

Muchas inversiones no podrán esperar tanto. Y no es tanto mi pesar por las inversiones en general, que no todas son buenas ideas, sino que es apodíctico que las inversiones buenas y creativas disponen de poco tiempo para su aprobación mientras que las especulativas pueden esperar un tiempo adicional.

Yo siempre he tenido para mi coleto que las inversiones que benefician al interés general deben ejecutarse rápido. Es consustancial la brevedad con su carácter meliorativo. Como corolario de mis ideas que cada uno se las aplique al proyecto del Siam Park. Y cuando pido brevedad lo hago tanto para estimar como para rechazar un proyecto.

Y ahora voy a proponer dos cuestiones, dos ideas mías particulares que no contiene la Ley y desconozco si se escucharon en el trámite parlamentario. La primera es la creación de un órgano central al nivel insular o regional, yo propondría el regional, que acumule funciones como una ventanilla única y sea políticamente solvente y representativa. Y rápido en sus decisiones. Una Cotmac rediviva que reciba de forma legítima transferencias de ayuntamientos y cabildos y que sea de naturaleza tecnocrática. Una Cotmac sometida a la vuelta del calcetín. Aunque no es cercano a mi manera de pensar eso de alejar las cosas del territorio de los políticos, lo cierto es que desde hace tiempo nuestros políticos se conducen con un cóctel de irresponsabilidad tanto cuando deciden tirar para adelante como cuando deciden paralizar una iniciativa.

La otra es una idea que podía parangonarse a las ITV. Si unos centros habilitan el uso de un vehículo del que dependen vidas, ¿por qué no llevan al ámbito de lo privado la gestión de buena parte de los informes urbanísticos pertinentes mediante centros privados homologados de la forma más exigente posible? Habría empleo para muchas mentes creativas que están ociosas, competencia y agilidad.

Respecto a la relación de la Ley Canaria con el cambio climático, esto es tomismo, escolástica, dejémoselo a Tomas de Aquino. La Ley Canaria puede dar pinceladas respecto al cambio climático pero la huella de carbono, la erosión del litoral y otros extremos de vital importancia no son la razón para despreciar la Ley del Suelo (Canaria). Los motivos son otros. El cambio climático, por ser tan importante y trascendental poco, tiene que ver con la Ley Canaria del Suelo. Cuando Clavijo afirma que con la Ley del Suelo ya cumplió su gobierno, aunque no sea consciente está haciendo un ejercicio de negacionismo.