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CARTAS A GREGORIO

Manuel Ojeda

La bolsa o la vida

Querido amigo, desde el año 2015 y después de que la Comisión Europea lanzara su normativa para reducir el uso de las bolsas de plástico, celebramos el Día Internacional Libre de Bolsas de Plástico.

Y no es para menos, Gregorio, si piensas que cada año se utilizan cinco billones de bolsas de plásticos que necesitan hasta mil años para degradarse en el medio ambiente.

En otras palabras, que el plástico se crea pero no se destruye, sino que todo lo que cubre se transforma en mierda...

Volvamos, entonces, a lo que supuso una de las mayores revoluciones de la química y por la que su inventor perdió la cabeza.

Me estoy refiriendo al francés Antoine-Laurent Lavoisier, padre de la química moderna, al que en el año 1794 y tras el triunfo de la Revolución francesa le cortaron la cabeza en La Plaza de la Concordia porque, entre otras cosas, se le ocurrió decir que "la materia ni se crea ni se destruye, solo se transforma".

Decía el francés que las cosas, por más que intentes quemarlas, no se destruyen sino que solo se transforman. Yo creo que también estaba pensando en los profesionales de la política, que hoy son de una forma y mañana de otra y, aunque los quemen, se las apañan para transformarse.

Entre los métodos criminales recurrentes de la mafia está el de envolverle la cabeza a un sujeto con una bolsa de plástico hasta que muera por asfixia.

De la misma forma y con los mismos efectos criminales se envuelven casi todos nuestros alimentos, y el resultado tiene las mismas consecuencias para nuestra salud y para la del pla- neta.

Reciclar una bolsa de plástico cuesta cien veces más que fabricarla de nuevo, así que se ha convertido en el producto de usar y tirar representativo de nuestra sociedad.

Con el precio que nos hacen pagar hoy por una bolsa de plástico en el supermercado, bien que podría ser de tela. O todavía mejor: que la bolsa sea tan cara que te compense llevar contigo una cesta para la compra como también te llevas un paraguas o una gabardina cuando llueve.

Ya estamos acostumbrados a llevar encima el móvil, el manojo de llaves, la cartera, el pañuelo, las gafas... ¿y por qué no llevar también una bolsa de tela?

Mi mujer dice que ya no le cabe nada en el bolso pero, ¿has visto las toallas de playa que vienen envasadas al vacío...? Pues algo así pero con forma de bolsa no ocuparía tanto espacio.

También podríamos mirar a África y aprender de su gente. Allí las mujeres van con una cesta en la cabeza donde llevan de todo, y lo hacen con gracia y con mucha más comodidad que nosotros, que vamos cargando a mano o arrastrando las pesadas e incómodas bolsas de plástico.

Habrá que recurrir al bandolero: "La bolsa o la vida", decía, y nunca mejor dicho.

Un abrazo, amigo, y hasta el martes que viene.

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