Reconozco que pocas son las personas que trato que militan o simpatizan con el Partido Popular. Pero esas pocas, me caen muy bien. Algunas, incluso, son amigos del alma desde hace muchos años, como un diputado autonómico cuyo nombre no voy a escribir pero él sabe lo mucho que le aprecio y admiro. Sin embargo, a pesar de esos cariños, el PP me resulta cada vez más aberrante, y en los últimos días, con sus episodios de elecciones primarias y precongresuales, ainda pior.

Desconozco qué le pasa a la derecha de este país para ser tan antipática, para resultar tan absolutamente decimonónica aunque tenga muchos millones de votos: no siempre los ciudadanos aciertan cuando depositan su papeleta en la urna, incluso los diputados se equivocan al votar como hemos podido comprobar esta semana con el asunto de los consejeros de RTVE. Pero este país necesita un ala conservadora fuerte, consistente, verdadera alternativa de gobierno. Lo mismo que el PSOE es imprescindible para seguir avanzando en nuestra todavía incipiente democracia. El resto, las malas fotocopias de unos y de otros, son demasiado tramposos como para ser creíbles, aunque también les vote mucha gente. Y los para muchos perversos nacionalismos, son tan esenciales a la política española como lo es el debate permanente desde que este país repercutió en estado: el debate territorial. Más de cinco siglos buscando el horizonte de nación, más de quinientos años preguntándonos quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos, cuando una breve visita a, por ejemplo, el Museo Romano de Mérida, nos aclararía muchas cosas. Estuve allí hace unos días y disfruté de su inmensidad, de esas líneas claras y majestuosas que el arquitecto Rafael Moneo le imprimió. Me acordé, y así se lo conté a mi mujer y a mi hijo, que hace muchos años, casi treinta y tres, entrevisté al fotógrafo catalán Catalá Roca en su estudio-sótano de Travesera de Dalt. Acababa de llegar de Mérida, de hacer un reportaje sobre el nuevo museo, era su primer trabajo público en color, él que era un gran maestro del blanco y negros y de todos los matices de los grises: "el ojo humano todavía no está preparado para el color." Quizás eso le está ocurriendo todavía a la derecha española, al Partido Popular, lleva demasiados años viviendo, sufriendo y haciéndonos padecer el blanco y negro. Una pequeña dosis de "Kodackcrome" no les vendría mal. ¿Será Pablo, será Soraya?