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Trans Trump

Algunos colectivos transexuales critican que la actriz Scarlett Johansson (que no es transexual) haya sido elegida para interpretar el papel de Dante Gill (antes Jean Gill) en la película Rub & Tug. Dante Gill era un transexual que dirigía salones de masajes (y algo más) en Pittsburg en los años 70 del pasado siglo, y el problema no sé si ontológico, epistemológico, ético o laboral es que los productores de la película no han elegido como protagonista a un hombre transexual, sino a una mujer cisgénero. Entiendo la crítica porque los personajes transexuales no abundan, y cuando surge alguno no hay casting que valga porque si hay que interpretar a un transexual en Dallas Buyers Club siempre se elegirá a un Jared Leto, se preferirá a un Eddie Redmayne para encarnar a la pintora transgénero Lili Elbe de La chica danesa y el padre travesti de Chandler en Friends tendrá el nombre y el apellido de Kathleen Turner. Pero no nos volvamos locos. Al meteorólogo José Antonio Maldonado no le parece bien que los hombres y mujeres que informan del tiempo no tengan una impecable formación como meteorólogos. Vale. ¿Dónde nos detenemos?

Si sólo actores y actrices transexuales pueden interpretar personajes transexuales, y si sólo los meteorólogos pueden informar del tiempo que hará mañana, entonces el estupendo Carlos de Andrés no podría comentar el Tour de Francia porque no ha sido ciclista profesional, Olivia Newton-John no debería haber interpretado a Sandy en Grease porque con 29 años no se puede ser adolescente en el instituto Rydell, Jim Parsons (homosexual) no sería el actor adecuado para interpretar a Sheldon Cooper (heterosexual, aunque a su manera), Anthony Quinn no podría haber interpretado a Zorba en Zorba el griego porque Quinn no era griego, ni el enclenque Michael Keaton podría haber sido Batman. Si nos ponemos exquisitos, también podríamos decir que sólo un empresario de éxito como Berlusconi puede ser ministro de Economía o sólo un hombre de negocios como Trump puede presidir la mayor empresa del mundo. Pero, por desgracia, es más fácil ver a un Trump en el despacho oval de la Casa Blanca que a un transexual en una película de Hollywood.

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