La Provincia - Diario de Las Palmas

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en voz alta

Bendita amistad

Antídotos contra la nostalgia en estado puro. Sin ellos, es imposible subsistir y son parte esencial de una vida que no siempre sonríe. Ahí, en los crudos momentos ganan su verdadera dimensión y demuestran que están para todo. Los amigos, los verdaderos amigos, son el fármaco ideal que calma el dolor sin efectos secundarios. Bálsamo sanador a tiempo parcial. Analgésicos naturales de marca blanca cuyo cometido es hacernos sentir mejor. La amistad es la más imprecisa de las verdades y merecedora de segundas oportunidades. La más exacta de las religiones que se pueden profesar. Crónica placentera que no sucede todos los días, pero que se piensa y siente con intensidad. Lo mejor que acontece entre dos amigos, llámese familia, pareja, compañeros o viceversa, está en el diálogo, la comprensión, la empatía. Momentos de encuentro que no siempre vienen aderezados de la palabra, sino que, a veces, se transforman en herméticos silencios, cálidos abrazos, cómplices miradas o simples sonrisas, que despiertan las emociones y reconforta. Cuando la vida hiere, cuando se producen hemorragias de sangre querida, qué mejor que un amigo para taponar el dolor, a pesar de que el vacío interior se sienta infinito. Alguien en quien buscar cobijo y atenuar la pena para superarnos. En el reverso, en un punto álgido de la existencia, la mejor manera de saborear las bondades del instante es en compañía amiga. Todo se intensifica y se aprecia mucho más junto a alguien. Pero, a efectos cuánticos, la amistad está reñida con el volumen y unos pocos son siempre más beneficiosos que muchos interesados. Bendita amistad, sin multitudes.

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