Como experto hegeliano, mi profesor en la universidad de Barcelona Ramón Valls Plana tenía algunas obsesiones. Después de años escudriñando La fenomenología del espíritu confesaba que todavía le quedaban muchas cosas por comprender, y en ello estaba cuando nos daba clase monográfica del libro de Hegel a nosotros, felices, indocumentados y temerosos del espíritu de los tiempos. En esa misma línea decía que la mayor parte de los libros sobraban porque se limitaban a repetir lo mismo durante siglos, salvo excepciones, e incluía todos los géneros. Creo que exageraba un poco, pero se manifestaba con contundencia y, es más, decía: "Si hubiera una máquina capaz de comparar todos los libros existentes y descartar las repeticiones, nos quedaríamos con unos pocos". Entre esos pocos estarían las obras completas de Hegel, por supuesto, y también las de Nietzsche. Poco podía imaginar Valls en aquel entonces, 1979, lo que se nos iba a venir encima. A raíz de las cosas que han acontecido en la rúa, una televisión daba la noticia de que la mayoría de las universidades españolas están dotadas de equipos informáticos para detectar en las tesis y trabajos de investigación, posibles plagios, copias, etc, aquello que Luis Racionero, cuando le pillaron con las manos en la masa, llamó "intertextualidad" y nadie se escandalizó mucho. Pues sí, las universidades españolas son capaces de detectar cualquier plagio, copias o corta y pega que se pretendan colar como originales. Hay excepciones, como se ha visto, porque llegaron tarde a programas informáticos o porque no les dio la gana aplicarlos. Incluso algunos programas muy perfeccionados son capaces de detectar plagios en el estilo. Qué horror. Aunque nunca he intentado plagiar a nadie, ninguno de mis poemas se salvaría porque soy fruto de toda la poesía que he leído, como cualquier autor.

No sé si mi maestro Valls estaría contento con esto. Yo, cuando manifestaba sus deseos de depuración, no lo estaba en absoluto, pues me imaginaba una vida con tres o cuatro libros por género, sin apenas bibliotecas o convertidas estas en cárceles de libros sucesivamente copiados unos a otros. Qué espanto.

Como me dicen que estamos al borde de un precipicio, prefiero sentirme sitting on the dock of the bay/ (?)Wasting time (sentado en el muelle de la bahía,/ (?) perdiendo el tiempo.) Como Otis Redding, perdiendo el tiempo mirando los barcos y la marea.