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ANÁLISIS

La Naval de Teror: el barco y el castillo

Los Dávila, familia de fueguistas con tradición centenaria, participan en una recreación de la Batalla de La Naval en el Castillo de La Luz, donde los isleños dieron una lección a Francis Drake

El Castillo de La Luz se prepara para la Batalla de La Naval

El Castillo de La Luz se prepara para la Batalla de La Naval

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El Castillo de La Luz se prepara para la Batalla de La Naval José Luis Yánez Rodríguez

El 6 de octubre de 1595 una escuadra inglesa con 27 barcos y tres mil hombres atacó Las Palmas de Gran Canaria. Venían bajo el mando de Francis Drake (Sir por decisión de la reina Isabel I de Inglaterra, que premió así sus "servicios") un bravucón corsario, esclavista y peleón contra España. Desde una década antes, andábamos en guerra contra los súbditos de la reina célibe por su política pirática contra los barcos españoles y el apoyo que prestaba a los Países Bajos, entonces también en guerra con España. Pero aquel día, Drake "cogió el portante" derrotado por los grancanarios, algo que "como todo es según el cristal con que se mira" sirvió para ser condecorado por su reina de Inglaterra. Narrado por Lope de Vega en la Dragontea; aquí, nuestro insigne Bartolomé Cairasco, lo contó, glosó, y dejó constancia en su Templo Militante: "De las cavernas y cumbres, bajaron como alemanes, mil Doramas y Adargomas, Maninidras, Bentagüaires..por llegar a la marina a morir como Roldanes, por la patria, por la honra, y por la fe de sus padres".

Muchos autores ponen en este hecho histórico el inicio de la celebración de La Naval. Sebastián Jimenéz Sánchez afirmaba en 1955 la relación de Nuestra Señora del Rosario con esta fiesta (detalle fortalecido años después por la batalla de Lepanto) así como la relación de lacelebración emanada de este hecho, con la Cofradía y Hermandad del Santísimo Rosario del Convento dominicano de San Pedro Mártir, que, como ejemplo, dejó constancia en su acuerdo de septiembre de 1861 (Parroquia de Santo Domingo), de los actos a celebrar el primer domingo de octubre y en su octava, que nombraban en el documento como La Naval.

La desamortización pasó fiesta y responsabilidad de los frailes dominicos a los Alcaides y Castellanos del Castillo de La Luz o Principal de Las Isletas. la donación hecha en 1694 por un devoto capitán, que regala a la Virgen del Rosario del Convento un trono con la expresa condición de que sólo se utilizara para la procesión de La Naval.

Es hecho extendido en tierras costeras de toda España este tipo de celebraciones; y en Canarias en algunos lugares como Barlovento o Santa Cruz de La Palma. Precisamente sería Gabriel Duque Acosta en su Pregón de la Bajada del año 1970 quien definiría esta peculiar forma de permanencia en el tiempo de esta manera tan poética: "Los viejos cañones que protegieron a la Villa del ataque corsario saludarán el nombre de María; la pólvora, en otros tiempos hostil, se derramará en nubes de incienso para servirle de aureola. El barco de piedra: exvoto monumental a un pasado marinero que nos honra enfilará su proa, guiado por el astrolabiodel amor, hacia los mismos horizontes de la fe?" Esta relación del acto bélico con la defensa del honor y, sobre todo, del catolicismo, ha sido uno de los principales motivos de esa pervivencia. El "traslado" de esta festividad marinera, costera y hasta militar durante algún tiempo, a otros pueblos del interior de Gran Canaria San Lorenzo, Santa Brígida, Teror,...) se debe a la aparición en Teror a mediados del siglo XIX de una familia, que al día de hoy, y lo mantengo y defiendo constantemente, es patrimonio intangible y valioso de la Villa Mariana.

Todo comenzó con Gabriel Dávila Trujillo, primer fueguista destacado en la isla de la Gran Canaria que nació en La Aldea el 3 de noviembre de 1814, con raíces maternas en la isla majorera. Trasladado por matrimonio a Gáldar, comienza aquí sus actividaes en la pirotécnia que transmite a los hijos tenidos con su primera mujer, María de Quesada. Uno de ellos, Francisco Dávila Quesada, fue bisabuelo de Juan Ramón Martel fundador, en 1982, de la empresa de Pirotécnia San Miguel de Valsequillo. Por razones que no vienen al caso, unido aún a su primera mujer cogió camino hacia Arucas, donde también dejó raíces de fueguistas y termino por recalar en Guanchía de Teror el año de 1850, donde se unió (en espera de mejores tiempos) con la terorense Brígida Morales, con la que -tras el fallecimiento de la galdense- pudo unirse en casto y legítimo matrimonio. Con Brígida tuvo un sólo hijo varón Juan Dávila que es raíz y fuente de todos los que hoy practican este noble y peculiar arte de la pirotecnia: Clemente, Pedro, Francisco, Gabriel, Juan, Laureano... llenaron de Dávilas y voladores toda la isla.

Y fue ahí donde esta la raíz de la celebración del Barco y el Castillo de Teror, en los Dávilas que en la década de 1930, los trajeron desde la Fiesta de La Naval del Puerto (donde ellos lo celebraban y preparaban desde el último tercio del siglo XIX), a la fiesta terorense y primaveral de San José y La Santa Cruz que, aunque programada por los carpinteros de Teror, presentaban una peculiar y activa participación de la familia Dávila. Por ello, con los años y el progresivo abandono del gremio carpinteril (siempre en el recuerdo Candidido y su hija Teresita Ortega) ha quedado hoy , con toda justicia y mérito en manos de los fueguistas de la Villa, verdadero lujo, patrimonio y tradición de todos los terorenses.

Ya en 1918, Francisco González Díaz escribía de ellos: "En Guanchía se prepara y carga la pólvora que arde en las fiestas de Gran Canaria, de Guanchía salen sorprendentes monumentos pirotécnicos; en Guanchía están los brujos de la magia flamínea y sonora que encanta las vísperas patronales de nuestras aldeas..."

Los Dávilas quedaron. Benjamín Dávila Sosa es prueba de ello y lo volverá a demostrar este año. La Asociación Cultural Salsipuedes cuenta con ellos para La Batalla de La Naval, una recreación de aquella contienda que se celebrará el sábado 29, en el Castillo de La Luz. Y si los Dávilas quedaron, Sir Francis Drake que arda en el olvido. Algunos defienden que fue él y no nosotros los que trajimos las papas de América. Sólo por eso merece que tanto el barco como el Castillo lo pongan en su sitio con una buena andanada.

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