Hay un cine mucho peor que el cine malo, el cine pedante, categoría en la que se inscribe la película de Naomi Kawase, Visión, que compite en Sección Oficial, dirigida a una minoría de apalancados Dios sabe cómo en los comités de selección de algunos festivales de cine, para quien la japonesa es una suerte de Virgen María del cine contemporáneo. Ni se te ocurra decir que te pareció una chorrada antigua y pretenciosa. Te dirán que no la has entendido. Pero lo cierto es que, si en vez de situarse en un hermosísimo bosque del Japón, se situara en otro no menos hermoso de la isla de El Hierro, por poner un ejemplo; si en vez de comenzar con la típica canción japonés indescifrable lo que se oyera fuera una seguidilla; si el galán no fuera un nipón solitario y misterioso, sino un herreño de El Pinar, a estos mismos "expertos" la película de Kawase les parecería "prescindible". La fotografía es muy bonita, eso sí: es lo que Pedro Almodóvar dijo una vez que había que decir a la salida de un estreno al director si no te ha gustó y te pregunta.

Tampoco Isaki Lacuesta está fino en Entre dos aguas con su auto homenaje a su mejor película, La leyenda del tiempo (2006). Si en esta se apropiaba el nombre de un disco mítico de Camarón de la Isla para hacer el retrato de unos chavales gitanos en Cádiz, en la nueva utiliza el título de otro mítico álbum, esta vez de Paco de Lucía, para contar su historia 12 años después. Dijo Lacuesta en rueda de prensa que quería rodar "el paso del tiempo".

En Entre dos aguas el público se ríe con el deje gitano, lo que es tan antiguo como reírse del "¡Señorita Escarlata!" del personaje negro de Mammy (Hattie MacDaniel) en Lo que el viento se llevó. A la película le sobra metraje y planos como ese del principio del parto a piernas abiertas. Buñuel sentía pudor para mostrar un beso en la pantalla. ¡Ay, si el director de Nazarín (1959) levantara la cabeza! Hay quien opina que el filme de Lacuesta es rotundo y aspira a la Concha de Oro.

En Sección Oficial, aunque fuera de concurso, tampoco apasionó Gigantes, serie de televisión de Enrique Urbizu y Jorge Dorado para Movistar+, de la que se exhibieron los dos primeros capítulos. En el Madrid de la primera década del siglo XXI, la familia de los Guerrero, liderada por el padre (José Coronado), lucha por mantener el liderazgo del hampa frente a la presión de los clanes gitanos. Clichés y mamporros repartidos a partes iguales.

El ángel, película con participación de El Deseo de los hermanos Almodóvar y que ha sido seleccionada para los Premios Óscar por Argentina, es una excéntrica película de pillos en el Buenos Aires de 1970. Sobresalen las interpretaciones de Mercedes Morán, Cecilia Roth, Chino Darín, Daniel Fanego y, especialmente, del protagonista Lorenzo Ferro, el psicópata rubio de pelo rizado Carlitos, nacido en una familia normal de clase media (su padre vende aspiradoras). Dirigida por Luis Ortega, se basa en la vida del asesino en serie Carlos Robledo, conocido como "el ángel de la muerte", quien conmocionó a Argentina por cometer 11 homicidios y 17 robos. Lástima que la película pierda intensidad en el tramo final. Algo parecido ocurre con la chilena Enigma (Ignacio Juricic), de la sección Horizontes Latinos, sobre una madre que es llamada por una televisión para hablar del brutal asesinato de su hija, ocurrido una década antes. Interesante punto de partida y prometedoras secuencias de arranque que se van desinflando esta vez muy lánguidamente, como cuando una colchoneta de playa se queda con el pitorro abierto.

Se esperaba más de otras tres películas exhibidas en la sección Perlas, The Sisters Brothers (Jacques Audiard), western situado en 1851, con dos hermanos forajidos interpretados por Joaquin Phoenix y John C. Reilly, en su última gran aventura. Lo que más destaca son su ambientación y paisajes. Tampoco convenció la colombiana Pájaros de fuego (Ciro Guerra), historia de indígenas del norte del país sudamericano que se inician en el mundo del narcotráfico. La droga es muy mala, ya se sabe, pero peor aún si trapicheas con ella poniendo en juego la esencia de tu pueblo. Por último, Petra, la nueva película de Jaime Rosales, director de Las horas del día (2003), es un monumental culebrón a cámara de lenta sobre un artista de prestigio y tirano, su no hija que al final lo es y su hijo que al final no lo es. Está estructurado en capítulos como los cuentos antiguos y mantiene el tipo gracias a las interpretaciones de Marisa Paredes, Bárbara Lennie, Álex Brendemühl y Joan Botey.

Y la 66 edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián termina sin que me dé tiempo de comentar la última película que veré. Será Ash Is The Purest White, de Jia Zhangke, la número 24 en ocho maratonianas jornadas. Zhangke es un ya-no-tan-joven director de cine chino que nos ha regalado obras deslumbrantes, algunas vistas en pasadas ediciones del festival, por ejemplo A Touch of Sin (2013). Un festival es celebración del cine (de hoy, el de mañana y el de ayer) y oportunidad (de negocio). El de la Bella Easo es una nave laberíntica de la que solo puedes recorrer algunos pasillos, y en el que te pierdes siempre lo justo gracias a su impecable organización. ¡Y cómo se come, por Dios!