Gran Canaria no se lo merece. El ninguneo que las autoridades de la Isla, de su Cabildo y también de los 21 municipios grancanarios, demostraron ayer hacia uno de los popes de la gastronomía mundial, Josep Roca, propietario junto a sus hermanos de uno de los mejores restaurantes del mundo, el Celler de Can Roca, con tres estrellas Michelin y una mina de negocio, epicentro internacional de la revolución de los fogones, refleja la nula sensibilidad de los políticos por la actividad culinaria que desarrollan los profesionales de Gran Canaria, hombres y mujeres, muchos de ellos jóvenes, que ayer hubieran dado lo que fuera por escuchar los consejos que en Las Palmas de Gran Canaria ofrecía uno de los empresarios más importantes del ámbito gastronómico a nivel global y de manera gratuita -vamos, que no cobraba por recomendar hacia dónde debe dirigirse un sector que quiere comerse el presente y sobre todo el futuro-.

La sorpresa, incluso la pena de que políticos que me representan a mí y a cientos de miles de grancanarios pasaran olímpicamente del señor Roca, me lleva a replantearme por qué la isla de Tenerife tiene seis estrellas Michelin y en Gran Canaria no hay ni una.

Quizá falta ese mimo que, por los resultados, Tenerife sí parece prestar a su oferta gastronómica.

Talento hay por un tubo en las cocinas de Gran Canaria. El joven chef Lolo Román está impartiendo clases en la Basque Culinary Center y los treintañeros Juan Santiago y Abraham Ortega se marchan este fin de semana a Ginebra para cocinar, invitados, en la sede de la ONU.

Precisamente Juan Santiago me llamó ayer para decirme lo que le habría gustado escuchar "a un grande hablar de mi profesión", me dijo sincero sobre la conferencia de Josep Roca en los salones del Auditorio Alfredo Kraus de la capital grancanaria. Media hora después, otros dos chefs de la isla me telefoneaban diciéndome exactamente lo mismo. "Qué me habría gustado..."

Para desarrollar planes con futuro de cara a potenciar la valía de los profesionales de las cocinas de Gran Canaria es importante escuchar. Aprender de quien sabe. De los mejores. Si queremos aprovechar el buen momento de la cocina de Gran Canaria hay que dejarse de postureo institucional y de parchear alguna necesidad del sector para lograr una foto en cualquier feria de la Isla o de fuera de ella, donde se aloja a los cocineros en apartamentos cutres porque se han gastado buena parte del presupuesto en el diseño y fabricación del stand de la feria. Y Josep Roca, si tiene algo bueno, es que pasa de todo eso. Los fuegos, artificiales o no, los deja en su cocina. No quiere ferias, ni ganar más dinero... Quiere satisfacer al cliente. Quiere crecer con ellos. Él y sus hermanos han puesto a Gerona en el mapa del planeta. Tenerife, con seis estrellas Michelin, tampoco está perdiendo el tiempo para promocionar de manera seria su oferta. Pero en Gran Canaria parece que no les interesa alejarse de la barra libre de fritanga. Ayer, al menos a mí, me pareció eso.