La biografía de Juan Marrero Portugués es un libro muy bello digno de leer tras una fecunda vida. No está Gran Canaria sobrada de personajes como Juan Marrero Portugués, figura empresarial y política con características personales irrepetibles. Su tino y serenidad en el juicio y en la mesura económica marcaron su trayectoria. No por manida debe dejar de aplicarse la expresión de gran perdida para Canarias. Siempre elegante, educado, vitalista profundo y conversador incansable, de sonrisa franca, ha estado lúcido hasta el final, a punto de cumplir 90 años. Alrededor de Juan Marrero siempre había tiempo para montar una tertulia. Así nos conocimos. Nunca ejerció de maestro pero su maestría calaba. Estaba interesado en todo lo que le rodeaba hasta límites insospechados; y siempre a disposición de los demás.

Ha vivido de manera independiente sin más ataduras que su conciencia de hombre de palabra y sus valores morales. A lo largo de su vida ha demostrado, con elevada nota, su vocación de servicio público y de activismo en la sociedad civil y en el deporte. Sus inmensas capacidades de memoria, inteligencia y voluntad quedan de manifiesto en obras en toda la provincia y en sus libros, indispensables para conocer la historia de las Islas.

Su adiós es el final de una época muy zarandeada de la historia reciente, pero al mismo tiempo, de una etapa cargada de esperanzas. En tiempos de desmoralización y de crisis de valores sirva Juan Marrero Portugués como ejemplo de lealtad a sus ideales, pese a que a veces fueron irrealizables, y hasta traicionados por sus colaboradores. Buen marido, excelente padre y mejor abuelo, me queda el recuerdo de un grancanario distinguido que contribuyó a iluminar fraternales y amistosos encuentros entorno a una buena mesa que siempre culminaba, ofreciendo antes a sus amigos, con un puro y un ron. Con los mismos que ahora disfruta en la gloria eterna.