La Provincia - Diario de Las Palmas

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En mala hora

Gracias al cambio de hora, el mal tiempo, la política y Yoko Ono, la televisión no carga con la culpa de todo. Aunque siempre ayuda. El cambio de hora, por ejemplo, es una mierda; pero con la tele es peor.

Ver terminar los programas de máxima audiencia no es fácil porque acaban a las tantas. O nos rendimos yendo a dormir a la cama, o nos dormimos rendidos ante la tele. Pero como el sábado retrasamos el reloj, queremos llegar despiertos al final. La noche tiene una hora más, vemos una hora más de tele y logramos una hora menos de sueño. Escribo esto la mañana del domingo, a una hora que no es, bajo los efectos de la noche del sábado y una hora que me falta.

El cambio de hora en España es más peligroso porque en cada vuelta damos otro empujoncito hacia el abismo a nuestro horario televisivo. Queremos ser europeos discutiendo sobre el horario de invierno y verano, pero antes deberíamos revisar el televisivo. Dejar de mover el reloj no lo resolverá. Nuestro prime time de locos no es consecuencia del cambio loco que hizo hace 80 años un desgraciado para que tuviéramos el mismo horario que el país de otro desgraciado. Es algo que en los últimos 25 años hemos construido con la ayuda invisible de la libre competencia en el mercado televisivo. Así logramos que nuestro horario de máxima audiencia empiece cuando en otros lugares termina.

700.000 padres se ocupan del relevo generacional: un reciente informe de la Asociación de Usuarios de la Comunicación recoge que más de 350.000 menores ven la tele después de las 12 de la noche, 170.000 de los cuales tienen menos de 12 años. La 1 ayuda emitiendo un programa juvenil como Operación Triunfo hasta las tantas. En su último estreno, Noemí Galera se quejó en directo de que a la una y pico aún estaban votando para elegir concursantes. Una pataleta sin importancia. Ahí siguen ella y el horario. También el PSOE pidió en su día en el Congreso que TVE no termine los programas infantiles como MasterChef Junior a esas horas. ¿Otra pataleta sin importancia? En Na-vidad volverán los niños cocineros, y al freír será el reír.

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