En 1963, el escritor Robert Graves concedió una entrevista para Redbook. Graves puso como condición que la entrevista, más bien diálogo, no fuera con académicos o escritores. Y ahí apareció Gina Lollobrigida, de entrevistadora/conversadora circunstancial y espectacular, claro, en todos los sentidos. Porque el diálogo entre los dos personajes no tiene desperdicio. De hecho, es Graves el que empieza preguntando: "Gina, le hago una pregunta divertida: ¿tiene algún jardín secreto en el que pueda retirarse a despejar su mente?" A lo que Gina responde vacilando: "¿Un jardín secreto?" Y Graves apostilla: "Sí, un lugar imaginario, una especie de cielo propio en su mente, en el que pueda estar sola. Un jardín imaginaire."

Robert Graves también le dijo otras cosas a la actriz italiana que hoy podrían ser interpretadas desde el periscopio de lo políticamente correcto, es decir, condenadas a la hoguera: "Eso es lo que no funciona en la poesía de nuestros días. Pocos poetas son hombres y, encima, muchos pretenden ser mujeres." Eso lo dijo el poeta que reconocía deber toda su poesía a la mujer, a la mujer quintaesenciada, a la Musa.

Pero volvamos a los jardines secretos. De niño, yo tenía uno, muy placentero, el cobertizo donde Guillermo Brown se reunía con sus amigos, los "proscritos", a beber agua de regaliz. Ese era mi cielo cuando quería estar solo. Con lo años, el cobertizo se fue desvaneciendo y aparecieron otros jardines imaginarios, algunos transmutaron en realidad, otros serán imaginarios para siempre.

Sin embargo, todos ellos dan refugio al caminante, al poeta cansado, a veces, de la impotencia de su acto, de los poemas inconclusos e imperfectos que parece que nunca pueden acabarse. Ocurre, como también decía Graves, que "los verdaderos poemas siempre están viajando." Así me cuenta mi amigo Javier Juste, que este verano leyó mi libro de poemas más reciente, Estío de cenizas, que también dice de viajes, "lleno de polvo y doblado, como un compañero fiel y perfectamente encajado entre mis cosas. Ya fuera por las interminables horas desde Veracruz a Oaxaca o de Tabasco al DF, o bien desde Calamocha a Soria y por los campos de Numancia o paseando por el Duero de Almazán". Javier es un biólogo que busca, cataloga y estudia a murciélagos por todo el mundo. A mí no pudo catalogarme, pero hablamos mucho años ha, en Santiago, de Luis Felipe Vivanco y José María Valverde.