"Estoy furiosa. Siento que hay un patrón de hombres poderosos con un comportamiento horrible hacia las mujeres en Google que permanecen impunes, reciben solo un toque de atención o son expulsados con un paracaídas dorado, como Andy Rubin". Este es el testimonio de una de las ingenieras de Google que publica The New York Times. Ella es una de las 200 ingenieras de la compañía que marcharon el miércoles para protestar contra los casos de acoso en el seno de Google. El #MeToo llega al gigante tecnológico y su Harvey Weinstein -el productor de cine en torno al que se desató este movimiento contra la violencia sexual hace ahora un año- es Andy Rubin, considerado el padre de Android.

En 2013, Rubin forzó a una empleada a practicarle sexo oral en la habitación de un hotel. Al parecer, no fue la única. Su comportamiento era un secreto a voces y Google decidió actuar. No despidió a su empleado, sino que silenció el asunto invitándolo a dimitir. Fue el propio Larry Page, cofundador de Google, quien le pidió que se fuese y negociaron un paquete de salida de 90 millones de dólares a recibir durante cuatro años. El silencio tienen un precio.

Los detalles sobre la salida de Rubin de la empresa, la protección de Google a los hombres implicados en casos de abusos y otros testimonios de acoso de directivos a subordinadas publicadas la semana pasada en The New York Times, han avivado la polémica. El relato obligó al consejero delegado de Google, Sundar Pichai, a reconocer que durante los últimos dos años despidió a 48 empleados acusados de acoso. Por contra, las ingenieras de Google critican la pasividad de la compañía ante lo ocurrido. "La dirección está formada por hombres en su mayoría y ellos toman las decisiones sobre qué tipo de consecuencias tomar o no tomar", dicen las empleadas.

Embarazo

El #MeToo en Google ya está en marcha y los casos tienen nombres y apellidos. David C. Drummond mantuvo relaciones extramatrimoniales con una subordinada y la dejó embarazada. Cuando se conoció la relación entre ambos, ella tuvo que abandonar la empresa y él es hoy un alto ejecutivo de Alphabet, la empresa matriz de Google.

Otro caso: Richard DeVaul, de personal, pidió a una candidata que le hiciese un masaje y, ante la negativa de la joven, le comunicó que no estaba seleccionada para el puesto. Otro más: Amit Shingal, uno de los vicepresidentes de la compañía en 2015, manoseó supuestamente a una empleada mientras estaba ebrio y fue invitado a abandonar la empresa, de nuevo, con un acuerdo de salida millonario.

Estos episodios de los últimos años quedaron sepultados bajo el disfraz de "empresa feminista" que adoptó Google con actos como el despido del ingeniero James Damore por redactar un manifiesto donde justificaba que hubiese menos mujeres directivas o ingenieras porque soportaban peor el estrés y su fuerte eran "las habilidades sociales". Veremos si, está vez, Google se pone del dalo de las mujeres con un protocolo de actuación ante el acoso en condiciones.