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Trapos, banderas y autocensura

Éramos pocos y parió Valtònic. El rapero entra en escena criticando a Dani Mateo, pero no lo hace por celos al ver que este, simulando sonarse con una bandera, ha conseguido más repercusión social que él con todo su arte rompedor, sus letras cañeras y su condena por enaltecimiento del terrorismo y calumnias e injurias graves contra la Corona. Tampoco lo hace enfadado al ver que, encima, él ha tenido que huir de España y refugiarse en Bélgica mientras Mateo sigue aquí con su vida. Valtònic critica a Mateo porque él defiende la libertad de expresión y le gusta ejercerla, porque se cree más valiente que nadie, y porque no termina de entender qué está pasando. Por eso Valtònic llama "acojonado" a Mateo por pedir perdón. Y por eso añade desafiante: "Enviadme trapos de esos y me limpio los mocos, el sudor de los sobacos y la mierda del culo". Porque no se entera. En primer lugar, el oficio de trapero está en la base del desarrollo de la imprenta en Europa y de la progresiva conquista de la libertad de expresión, gracias a esa constante tarea de recuperación de viejos trapos para hacer papel con el que abastecer las imprentas que liberaron el saber de su encierro en monasterios y catedrales. Así que un respeto a los trapos. Y, en segundo lugar, todo lo ocurrido estos días, incluida su bravata, solo tiene sentido si se entiende que una bandera no es un trapo. Mateo no simuló sonarse con un trapo. No hay humor en eso. Ni hay indignación, ni insultos, ni retirada de contratos, ni amenazas de muerte contra quien se suena con un trapo. Así que tampoco hay valentía en pedir trapos para limpiarse el culo, Valtònic: solo hay higiene. Otra cosa es usar una bandera, porque entra en juego la distinción entre referente y símbolo, y qué valor que damos a los símbolos. Valtònic, no estás condenado por modular sonidos con el aparato fonador, sino por tus palabras. Y no eres un acojonado por huir para evitar que unas cuantas células se reubiquen en el continuo espacio-tiempo, sino para evitar que te encarcelen. Menos autocensura, Valtònic, es la peor censura de todas.

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