En Canarias, todos los años, desde la segunda quincena de octubre hasta noviembre, unos tres mil pollos de pardela cenicienta se desorientan durante su primer vuelo hacia el mar. Caen deslumbrados en lugares muy iluminados como ciudades, núcleos turísticos, puertos, carreteras, etcétera, pero afortunadamente la mayoría son rescatados por ciudadanos gracias a la campaña de recogida de pardelas que establecen los cabildos por esas fechas.

Estas pardelas emiten esos sonidos "guaña-guaña" que la mayoría de las personas ha escuchado al oscurecer, sobre todo en zonas costeras. No todas las pardelas crían en islotes o lugares litorales ya que algunas lo hacen en el interior, a veces a kilómetros de la costa.

La pardela cenicienta - Calonectris diomedea - es un ave marina de casi un kilo de peso que nidifica en Canarias, Salvajes, Madeira, Azores, algunos lugares de la costa gallega, Portugal y en la cuenca mediterránea. Salvo una pequeña población cercana al estrecho de Gibraltar, las pardelas del Mediterráneo se consideran una forma algo distinta de las atlánticas. En Cabo Verde también hay una pardela parecida, algo más pequeña, que recientemente ha sido descrita como una especie diferente - Calonectris edwardsii-.

En Canarias cría en todas las islas e islotes y, aunque es difícil saber el tamaño de sus poblaciones, se trata de una especie abundante cuyos efectivos se han estimado en unas 30.000 parejas nidificantes, a los que habría que añadir un contingente indeterminado de ejemplares no reproductores. La pardela es migratoria, llegando a Canarias a finales de febrero y durante el mes de marzo. Cría en grietas, tubos volcánicos, cuevas, bajo rocas, e incluso en madrigueras excavadas en la arena. Con frecuencia, una misma cavidad es compartida por varias parejas y se conocen algunas cuevas que albergan más de 200 pardelas. La puesta, un único y voluminoso huevo blanco, tiene lugar a finales de mayo y durante la primera semana de junio. La incubación es llevada a cabo por ambos miembros de la pareja y los pollos eclosionan en la segunda mitad de julio. Se alimentan de peces voladores: caballas, trompeteros, agujas, potas, los cuales son capturados por los adultos no solo en las aguas de Canarias sino en las del banco sahariano. Los pollos acumulan gran cantidad de grasa llegando a pesar más que los adultos y finalmente dejan de ser alimentados. Es entonces cuando salen de noche a ejercitar sus alas en las inmediaciones del nido hasta que finalmente deciden remontar el vuelo. No volverán a sus colonias de cría hasta pasados cuatro años, y lo normal es que no empiecen a criar antes de los siete años de edad. En general, la migración anual de los adultos los lleva hasta las costas americanas de Brasil, Uruguay y Argentina, desde donde penetran hacia el centro del Atlántico, llegando incluso a las costas del suroeste de África. Algunos, sobre todo los no reproductores, pueden llegar a las costas orientales de Estados Unidos. De hecho es curioso que la subespecie C. d. borealis, considerada por algunos como una especie diferente C. borealis, y la cual incluye a las pardelas canarias, fue descrita en 1881 por un ejemplar capturado en aguas de EE UU. El nombre en inglés de esta especie, Cory's Shearwater, alude precisamente al ornitólogo americano Charles Barney Cory, autor de su descripción científica.

Ya desde el siglo XVI, el ingeniero Leonardo Torriani, en su descripción de Canarias, comenta la gran abundancia de pardelas en La Graciosa, lo buenas que son de comer asadas, y el uso de su grasa para quemar y para engrasar los obenques de las naves. La colonia de Alegranza, con unas 10.000 parejas, es la mayor de Canarias, y la segunda del Atlántico, siendo sobrepasada solo por la de Salvaje Grande, donde crían más de 25.000 parejas. En el siglo XVI, la explotación de los pollos de la población de Alegranza constituyó uno de los ingresos del primer marqués de Lanzarote, D. Agustín de Herrera y Rojas. Desde entonces hasta hace unas décadas se colectaban miles de pollos al año, los cuales eran salados y constituían un medio de subsistencia para una parte de los habitantes de Lanzarote. A principios del siglo XX se capturaban unos 6.000-8.000 pollos/año, pero la cifra se fue reduciendo hasta que en la década de 1960 alcanzó los 4.000-5.000 pollos/año. Entre las causas del declive se puede mencionar la proliferación de gatos en el islote, y sobre todo, el comienzo de matanzas con escopetas desde barcos, a veces por el simple placer de disparar ya que muchas eran dejadas sin recoger. El uso de escopetas, a diferencia de la colecta de pollos, significó incrementar la mortalidad de los adultos y por tanto la reducción de pollos que se suma a la población reproductora. La pardela es una especie muy longeva (posiblemente más de 25 años), por lo que puede entenderse que haya sido capaz de soportar una cierta explotación de sus pollos ya que la población se mantendría estable con que solo dos pollos de cada pareja llegaran a adulto.

El declive de las poblaciones de pardelas determinó que el Gobierno prohibiese su caza en 1973 y con posterioridad fuese incluida en los catálogos de especies protegidas. A pesar de ello, las matanzas continuaron a gran escala en Alegranza, la última de las cuales tuvo lugar en 1983 donde se mataron al menos 3.000 pollos. Esta última masacre fue parcialmente detenida gracias a una denuncia de biólogos de la ULL que presenciaron los hechos y a la llegada de la Guardia Civil al islote. Los aprovechamientos ilegales, ya no por subsistencia sino por placer, han continuado aunque no en tales números como antes, gracias al incremento de las tareas de vigilancia por parte del Cabildo de Lanzarote, de voluntarios y del Seprona.

Para finalizar, es preciso señalar que las pardelas cenicientas son un patrimonio de todos los canarios y no de cuatro furtivos. A estos últimos, se les debería aplicar la justicia con todo el rigor posible, no solo por saltarse la legislación al respecto, sino por ignorantes, ya que desconocen que los pescadores canarios de bonitos y atunes utilizan como indicadores a los bandos de pardelas para localizar los cardúmenes de estos peces.