La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

entre líneas

Doce días de hace 40 años inútiles

Los Acuerdos de Camp David fueron la mayor aproximación a la paz en Oriente Medio en los últimos 70 años. El presidente estadounidense Jimmy Carter consiguió llevar a la residencia de descanso presidencial a dos teóricamente irreconciliables enemigos y logró ser intermediario de una negociación que hizo posible un momento de paz entre Israel y algunos de sus vecinos. Durante 12 días de septiembre de 1978 negociaron a través de él el presidente de Egipto, Anwar el-Sadat, y Menajen Begin, primer ministro de Israel. Han pasado 40 años de retroceso. Carter, a iniciativa del mandatario egipcio, acogió a ambos dirigentes con la condición de que hiciese de mediador y no negociasen cara a cara. Sadat no quería aparecer públicamente junto a Begin ya que no contaba con el visto bueno de otros mandatarios árabes. Las conversaciones tuvieron lugar en el primitivo campamento para recreo de familiares de agentes gubernamentales y hoy retiro vacacional de los presidentes, a un centenar de kilómetros de la Casa Blanca. El entonces presidente de Estados Unidos -galardonado luego con el Nobel de la Paz por sus numerosas intermediaciones en contenciosos en todo el planeta (Corea, Oriente Medio, África, Latinoamérica)-, tras ganar las elecciones en 1976, inició una serie de contactos con dirigentes de Egipto, Jordania, Siria e Israel, además de representantes palestinos, para fortalecer las negociaciones que desde unos tres años antes se desarrollaban en Ginebra y que intentaban acabar con el conflicto de la zona, con dos guerras (Seis días y Yom Kipur) en poco más de cinco años. En septiembre de 1978 reunió a los dirigentes israelí y egipcio y tras 12 días de reuniones secretas consiguió la firma de un pacto entre ambos, aunque puso en contra al resto del mundo árabe, incluidos los palestinos. Por el acuerdo Israel abandonaba los territorios ocupados del Sinaí, desmantelaría las colonias establecidas allí y devolvía la soberanía a Egipto, que reconocía la existencia del Estado de Israel. También se restableció el paso de barcos por el Canal de Suez y se establecían un calendario y algunas competencias para negociar un régimen autónomo para Cisjordania y Gaza. El pacto de paz se firmó a los seis meses. Claro que en la práctica ha servido de poco. En 1982 Israel invadía Líbano para intentar aniquilar a la principal organización palestina, ocupación que duraría 18 años; cinco años más tarde los palestinos organiza-ban la primera Intifada; en 1991, meses después de la primera Guerra del Golfo y a iniciativa del Gobierno español, se celebró la Conferencia de Madrid, donde se logró el principio de "paz por territorios", que avalaron Estados Unidos y Rusia; dos años más tarde llegan los Acuerdos de Oslo y el primer ministro israelí Isaac Rabin y el líder de la Organización para la Liberación de Palestina, Yaser Arafat, firman en Washington la Declaración de Principios, que otorgaba autonomía a territorios de Gaza y Jericó. Hasta 2000 Israel siguió ocupando Líbano, año en que comienza la segunda Intifada mientras las hostilidades no cesan ya que, en nuevas conversaciones en Camp David, ahora con la mediación del presidente Bill Clinton, los dirigentes de Israel y Palestina no consiguen acordar el establecimiento del Estado Palestino. En todo este tiempo mueren los sucesivos dirigentes postulantes de subscribir la paz entre israelíes y palestinos (Rabin asesinado por un ultraderechista judío y Arafat enfermo en París), han cambiado los mandatarios de todos los países y organizaciones mediadores y la situación ha empeorado: en Israel, que incumple todas las resoluciones de las Naciones Unidas, gobierna hoy una coalición de partidos contrarios a la implantación de dos estados y mantiene un consentido, inhumano y férreo apartheid en los territorios palestinos.

Compartir el artículo

stats