Dudaba entre cruzar el paseo del Prado, y ver esa gran lona que le han puesto al museo para conmemorar el bicentenario y esconder las obras, o refugiarme en la cafetería del Palace. Dudaba entre esto y aquello, entre lápiz y papel, rubia o morena, negro y rojo, hasta que se me apareció el ectoplasma de Durruti en el semáforo, "menos mal, te has acordado" me dijo sonriente. ¿De qué me había acordado? pensé yo. ¡Ya está! Hoy es 20 de noviembre, y el 20 de noviembre de 1936 hirieron mortalmente a Durruti en el frente de la universidad, un disparo casual, un disparo de su propio naranjero, nunca se supo con certeza. De allí, al hotel Ritz donde murió y donde quedó instalado para siempre porque los libertarios no van al más allá, siempre permanecen anclados en el más acá, solo visibles para unos pocos privilegiados como yo. "¿Cómo no me iba a acordar? Te invito a un cortadito en el Palace" Y allá nos fuimos los dos, subiendo la cuestecita mientras la gente nos miraba, mejor dicho, me miraba, sonriente, girando la cabeza y hablando aparentemente solo. "Nadie se acuerda de mí, ni una sola mención en los periódicos, ni en las radios, mucho menos en las teles; tampoco en esa cosa tan mal llamada no sé qué sociales." Asentí con tristeza. Hace muchos noviembres que nadie se acuerda de Durruti, ni del corto verano de la anarquía en el Bajo Aragón, ni tan si quiera de que hubo unos segundos en nuestra historia, la de la humanidad, de utopía posible. "Y mira tú al cabrón ese de Franco, no hay manera de tirar de la cisterna de la memoria y acabar con su recuerdo. La culpa la tiene tu amigo Pedro Sánchez por querer sacar a pasear el cadáver. Y qué van a hacer con todos los demás que hay allí enterrados, nadie se pregunta por ellos" Nos trajeron los cortaditos, un camarero estupefacto al que le costó entender mi petición. "Algo se hará, pero hay que sacar a Franco de un monumento que pagamos todos" le dije al leonés. "Yo tengo una idea mejor: dinamita, dejar aquello como un erial de escombros y después plantar árboles, un bosque de la memoria. Crecerán altos." Quizás, pensé, porque el monumento, sus tumbas, sus idas y venidas, son un absurdo histórico, una tumefacción de nuestro pasado en el siglo XXI. "Hazme caso, dinamita" "creo que sería mejor y más rápido un explosivo plástico" puntualicé. "Tú no tienes ni idea, dinamita, solo dinamita, que además es muy metafórica." Sea.