Vamos a llamarle merchandising extremo. Imaginen, por un momento, una Leticia Sabater en silicona o látex. Tal cual. Tamaño natural. O la versión low cost, de plástico. Otra más pequeña, y digamos apta (o puede que no, puede que peor), una muñeca a su imagen y semejanza, tanto que le aprietes la barriga y te cante la Salchipapa. O bien en tamaño llavero, de modo y manera que la puedas llevar colgada del parabrisas, o recostada sobre la bandeja del maletero, y ella vaya moviendo la cabecita, o la cadera al ritmo de la carretera. ¿Qué se venía echando en falta en este mundo cruel? Llenarlo de leticias. Leticosas around the world. También letifrases. Es una cosa que ya está inventada. Pantoja and family, sin ir más lejos. Pero los dichos de Cantora te dejan más fría y sin embargo Leti es alegre y pizpireta y sus frases son positivas, motivadoras, puro coaching. Por ejemplo, imaginen enfundarse de buena mañana una camiseta que grite a los cuatro vientos: ¡A mediodía, alegría!, ¡Toma pepinazo! u Okey makey'. Ya se encara el día de otra forma, con otro ánimo. El mensaje es el medio, aquí. Hay más. Leticia está en todo. Empeñada en la salvación del planeta. Un single navideño, un villancico de electroreggaeton que ni Omar Montes. Que igual no venía a cuento citarlo otra vez, pero somos tan fans?