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PIEDRA LUNAR

Mickey Mouse (imaginario infantil)

Para el lector habitual de esta columna, acostumbrado a encontrarse con temas de otro calado, puede resultar una regresión psicológica abordar el contenido que se propone en el título. Y tal es así, que hubo que poner paz entre los tertulianos para consensuar el asunto que propicia este personaje. Al final, Carmen y Marcial Pulido (el filólogo) salieron triunfantes con sus argumentos. Estamos ante un personaje admirado por los niños y que acaba de cumplir noventa años. La carencia de su extendida difusión, difuminada en un mar de dibujos animados, hizo que no estuviera presente en la primera infancia de quienes ya somos jubiletas. Sin embargo, el reciente ejercicio de la abuelatería nos ha hecho amigos de este ratón universal que es la dimensión a la que ha llegado este atractivo personaje. Y es que hablando de personajes de ficción no podemos obviar los primeros cuentos con los que se encuentran los niños: Caperucita Roja, Los tres cerditos... y así hasta mil. Y aquí es el momento en que en la tertulia surge la pregunta: ¿cuándo comienza la literatura a funcionar en la mente de un niño? Marcial considera que el imaginario es una construcción constante ya que desde la más tierna infancia el niño discrimina entre lo real y lo ficticio. Cuando se le narra un cuento a un infante de tres años, con todo lo que implica la narración a esa edad: procurar su atención, adecuar el argumento, tono de voz, intento de que comprenda cada una de las palabras, situación y tensión narrativas... el niño se queda absorto, calla o pregunta. Y mientras sucede todo este proceso de transmisión, el chavalillo está aprendiendo a construir su imaginario. Pero hete ahí que lo que es una costumbre ascendente que sucede de manera casi espontánea, llega el momento en que se origina un punto de inflexión, declive o apatía. ¿Cuándo y por qué se produce el abandono de construcción del imaginario literario por una gran mayoría de la población juvenil? Tal vez cuando el fenómeno pasa a convertirse en materia de obligado cumplimiento en el marco del sistema educativo y las consecuencias que conlleva: aprendizaje memorístico, déficit metodológico de la lectura, currículos dilatados, exámenes, notas... Es la etapa en la que se pierde la consideración de la literatura como juego. ¿O será porque la razón, como soporte de conocimiento, desplaza a la ficción? ¿Por qué cuesta tanto que muchos adolescentes, bachilleres, sean lectores habituales? Al final, desembarcan en la vida adulta y no hemos logrado que sean capaces de ir a una librería ni de estar enganchados al hábito lector. Y ahora con el móvil, apaga la luz. Muchos profesionales se quejan de que las bibliotecas públicas y las de los centros educativos en gran medida se hayan convertido en salas de estudio. Mientras, ahí está Mickey Mouse cumpliendo años, con su espléndida sonrisa, con sus ojos muy abiertos y una contenida ironía que nos invita, cuando frisamos el séptimo decenio, a ser su amigo, al igual que lo son nuestros nietos. Y con sus zapatos grandes, tal como hacíamos nosotros cuando éramos niños y, empezando a caminar, ensayábamos con el calzado de nuestros mayores.

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