Pese a su carácter simbólico y hasta festivo, no faltan miradas de respeto y curiosidad a la cadena de referéndums convocados por los estudiantes de universidades españolas para elegir entre república y monarquía. La Autónoma de Madrid ha sido la primera en abrir esta caja de Pandora con 7.000 votantes y con un 80% a favor del republicanismo, según los datos suministrados por los organizadores. Está claro que un activismo en los campus en esta dirección, más las iniciativas políticas promovidas por Podemos y nacionalistas para revisar el reinado de Juan Carlos I desarrollan una pinza inquietante en torno al futuro de la institución monárquica. ¿Significa algo un rey para los nacidos en democracia? Parece que la existencia del cordón umbilical que unía al franquismo sociológico con el monarca sólo es cuestión de tiempo. El confort político y el final de las décadas desgastan la referencia de paz, seguridad y prosperidad con que los españoles del final del franquismo identificaban la persona del monarca. Los jóvenes de ahora, en cambio, ponen la vista en los casos de corrupción en el entorno de la familia real, e incluso consideran que el país podría funcionar sin Felipe VI. O más aún: ven un gasto desmesurado e innecesario. Pero tampoco es el único obstáculo al que se enfrenta. Muchos nietos de los que perdieron a sus abuelos en la guerra contra Franco, o vieron sufrir a sus familias por culpa del exilio o las penas de cárcel, reivindican la legitimidad de la república, a veces sin que exista por medio una cuestión de militancia política, sino más un rasgo de honor y dignidad con respecto a las ideas de sus antepasados. Fue Suárez el que confesó off the record a Prego en 1995 -la grabación se desveló en 2016- que no sometió la monarquía a referéndum porque las encuestas les dijeron que perderían. Imagino que ahora también hay encuestas, del CNI o de la Casa Real.
