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opinión

Primer aviso

Cataluña, el asunto nuclear de la política española en los últimos años, no se internacionaliza; se nacionaliza, y radicalmente. En otra muestra de su nula capacidad de medir riesgos, el independentismo ha hecho aflorar justo lo que menos necesitaba: un partido, Vox, que se ha marcado como objetivo volver a la casilla de salida preautonómica (¿predemocrática también?) y que, de obtener una representación en las Cortes proporcional a la conseguida en el Parlamento andaluz, hará imposible cualquier arreglo que se cocine para solventar el desgraciado y pesadísimo diferendo con los de la barretina.

Vox, ya quinto actor político nacional, ha irrumpido en la Cámara andaluza en un primer aviso de lo que puede venírsenos encima a los catalanes y a los demás. Las del pasado domingo son las primeras elecciones que miden el impacto de los hechos de octubre de 2017 en Cataluña fuera del territorio catalán; y aunque es cierto que los 400.000 votos cosechados por la Nueva Fuerza no pueden ser leídos sólo como una reacción al procés (o a la no-reacción ante el procés ), tampoco cabe explicar sin su concurso, por la alta abstención, el voto de castigo a la corrupción y el clientelismo sociata y la presión migratoria, los 12 escaños recolectados por la formación de Abascal, que, sumados a los 26 del Partido Popular y los 21 de Ciudadanos, otorgan por primera vez la mayoría absoluta a tres partidos que van del centro-derecha a la ultraderecha.

Las únicas fronteras que el procés ha traspasado con creces son las líneas que separan unas autonomías de otras en el mapa. La presión internacional, salvo por lo tocante a Bélgica, y muy parcialmente (a pesar del constante mosqueo de Borrell), es inexistente. En cambio, como era de esperar, de puertas adentro la reacción se expande, y cada examen en las urnas irá probando el peso que adquiere en el voto del elector cabreado. El impacto en los resultados dependerá de la concurrencia de otros factores, porque un elector puede votar con un único objetivo en mente, pero todos los electores no. Sin embargo, con Vox ya en la partida y el PP de Casado disputándole los mensajes más viscerales, la respuesta sólo puede exacerbarse. La de los andaluces, por haber nutrido abundantemente la emigración al país de Espriu, ha sido la primera. El primer aviso. Los secesionistas catalanes deben saber a qué se exponen (y a qué nos exponen a los demás, aunque esto, al parecer, les traiga sin cuidado). Que no digan después que no fueron advertidos.

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