Una vez me dijo una amiga, gran cantante de la no voy a desvelar su nombre, que había pocos autores de canciones que hicieran poemas, que muy pocas letras aguantan una lectura sin música porque carecen del ritmo de la poesía. Pero hay excepciones, y una de ellas es Joan Manuel Serrat. Las canciones de Serrat son poemas a los que su autor ha puesto música, pero que pueden ser leídos sin más y suenan como estupendos poemas. No en vano, Serrat nos regaló a Antonio Machado y a Miguel Hernández, en una España todavía muy oscura. Y colocó un poema de León Felipe en aquel LP mágico, Mediterráneo, que ahora rememora, conmemora y emociona con una gira memorable, Mediterráneo da capo. A Serrat lo metió en casa mi madre, desde sus primeros singles hasta los grandes LP. Pero, de pronto, se produjo aquel cataclismo de Eurovisión: a Serrat, sus amigos Manuel Arcusa y Ramón de la Calva, El dúo Dinámico, le habían compuesto una brillante canción, un espléndido poema para ser cantado, La, la, la. La canción tenía dos versiones, en español y en catalán, y hete aquí que el noi de Poble Sec se plantó a última hora y dijo que no actuaba si no cantaba en catalán. Lo que ocurrió después es demasiado conocido: Massiel, de sustituta, ganó el festival de Eurovisión y yo me fui a la cama sin poder ver Los invasores por mi falta de patriotismo porque yo iba con Serrat, a mis nueve añitos, y no me alegraba de que ganara Massiel. Aquello no le gustó nada a mi padre y me mandó a la cama, cosas de la época. Serrat no solo superó aquello sino que se convirtió en un icono de muchas cosas, algunas de ellas no deseadas por él, pero sobre todo creció mucho más como autor y cantante, como escritor de poemas con música. Y Serrat ha sabido utilizar el éxito para afianzar algo que provoca sarpullidos en aquellos que gozan de la intolerancia: la independencia de criterio, la opinión libre, el respeto y el afán de libertad. Quizás por eso, en medio del lío catalán, a Serrat le llamaron fascista. Por eso y porque ahora es demasiado fácil llamar a cualquiera de ese modo, o decirle golpista. La presidenta del Congreso de los Diputados suprime los dos términos de las actas cuando son utilizados como insultos, y ocurre casi todas las semanas. Qué poca historia reciente han leído algunos y algunas. Serrat sí que ha leído y lee, historia y otras pequeñas cosas, por eso nos sigue encantando. Per molts anys!