Me produce indignación cuando escucho por algunos medios de comunicación la manipulación político-religiosa de los sentimientos de cada isla. Durante el mes de septiembre proliferan las voces, que si la Virgen del Pino es patrona de la Diócesis de la Provincia Oriental, o que la Candelaria (para no ser menos) de toda Canarias. ¿Es una casualidad que ambas estén en las islas capitalinas, donde fluye más el capitalismo religioso? Nada más lejos de la realidad. A ver quién le dice a un palmero que no le cuente sus penas a su Virgen de las Nieves, o que un herreño se pase danzando varios días a su patrona la Virgen de los Reyes, o el gomero que le saca el cantar de sus chácaras a su virgencita de Guadalupe. Lo mismo ocurre con los conejeros, que ponen sus plegarias a la Virgen de los Volcanes, los majoreros, que bajo un implacable sol hacen sus promesas a su patrona la Virgen de la Peña. ¿Quién se atreve a decirle a un canarión que no vaya por el caminito de Teror a ver a su patrona del Pino o a un chicharrero que no se emocione y pida por sus necesidades a la morenita de Candelaria?

Los sentimientos puros son los que na-cen del pueblo y más de la nobleza de nues-tra gente, harta de su-frir tanta manipulación, en su sentir nadie manda, ya que cada isleño lleva a su patrona en el corazón.