La Provincia - Diario de Las Palmas

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OBSERVATORIO

Instituciones de la verdad

Los libros ingleses y americanos tienen la sana costumbre de darnos a conocer una larga lista de agradecimientos. Se trata de una práctica que muestra algo decisivo del proceso de conocimiento, a saber: que nunca se conquista en soledad. Pues bien, en el Prólogo a su libro dedicado a la defensa de la Ilustración, Steven Pinker, que nos ha regalado algunos libros importantes sobre la mente humana, hace mención de muchas personas e instituciones que le han auxiliado a la hora de escribir ese libro. En realidad, llena tres páginas de nombres y se detiene en detallar lo que debe a cada una de las personas citadas. Lo que produce cierta envidia no es este hecho. Más relevante es que muchas de estas personas tienen detrás instituciones fiables. Y lo más impresionante todavía es que esas instituciones tienen como principal cometido hallar la verdad. Our World in Data, Human Progress y Gapminder, y muchas otras citadas, son instituciones sociales de la verdad. Esto es lo que merece una reflexión serena entre nosotros. ¿Dónde están nuestras instituciones de la verdad? ¿Quién las consulta, las conoce, las financia, las usa para fortalecer un argumento público? ¿Cuántos sostienen sus argumentarios sobre ellas?

No me estoy alejando de la actualidad. Ahora parece que las dificultades para formar gobierno en Andalucía tienen que ver con el hecho de que Vox quiere derogar la ley que regula los delitos de la violencia de género o violencia machista. El PP ofrece una especie de negociación para buscar una posición intermedia que, dicen, consiste en atender a todas las víctimas, hombres, niños, ancianos. Eso es lo que va en el programa de Vox. Literalmente. El portavoz de Vox en Andalucía, un juez en excedencia que fue condenado por prevaricación por mantener a un menor más días de los debidos bajo custodia paterna, ha comentado que el articulado de la Ley Andaluza de Igualdad de Mujeres y Hombres no es sino un "mandamiento de la ideología de género", cuyo contenido básico es "el feminismo supremacista". Por su parte, su secretario general, Ortega Smith, ha solicitado la "derogación de todas las leyes que atenten contra la igualdad de todos los españoles". En sus círculos es frecuente escuchar la expresión "terrorismo de género".

Hablo de este asunto porque es de actualidad candente. Sin embargo, la pregunta previa que me interesa es la siguiente: ¿qué instituciones de la verdad podemos invocar para iluminar este problema de la violencia que su-fre la mujer en todos sus detalles? Para volver al argumento de Vox: ¿cuántos varones son violentados por razón de su sexo, o violados por grupos de mu-jeres, o asesinados por sus parejas? ¿Cuántos de ellos denuncian a su compañera por malos tratos? ¿Cuántos sufren estos problemas y no los denuncian? ¿Cuántos niños o niñas sufren malos tratos que sean consecuencia de los malos tratos que sus madres dan a sus padres? ¿Cuántos ancianos sufren violencia y de quién? ¿Lo hacen verdaderamente a manos de sus hi-jas? Si los políticos estuvieran obligados a describir y a atenerse al estado de cosas real, si invocaran alguna ins-titución social fiable de producción de verdad, si contribuyeran a crearla, ¿cómo podrían ser no solo tan ignorantes, sino sobre todo tan irresponsables y cínicos?

Por supuesto que no necesitamos refinadas instituciones de la verdad para darnos cuenta de que el machismo es un problema social crucial, que tiene consecuencias graves para muchas ciudadanas de nuestro país. Pero necesitamos esas instituciones para identificar las situaciones sociales de víctimas y victimarios, las formas de vida, las condiciones laborales, culturales, sanitarias, habitacionales, porque me temo que si no identificamos poblaciones de riesgo, será muy difícil conseguir ser eficaces en esta lucha. Por supuesto que creo que hay bases culturales muy profundas del machismo y que no hace falta creer a pies juntillas a Freud para sospechar que el fantasma de un jefe de horda ronda el alma del varón. Pero ese machismo latente no estalla en formas criminales y violentas al margen de determinadas circunstancias, y esas no las conocemos con exactitud. Naturalmente que al final todo depende de la responsabilidad de un singular, pero podemos suponer que las probabilidades de actuar de forma gravemente lesiva contra las mujeres crecen bajo ciertas condiciones. ¿Cuáles son? Esta pregunta no se responde: todos los victimarios son varones y basta. Una atención especial hacia los que están en esas circunstancias podría hacer que la aplicación de las leyes fuera más eficaz de lo que es una aplicación genérica a la totalidad de la ciudadanía. En suma, queremos saber si ese Observatorio para la Violencia de Género hace algo más que contar las mujeres asesinadas o maltratadas.

Y las Instituciones de la Verdad podrían desmontar las propuestas de aquellos que quieren ver problemas donde no los hay. Pues no es sano que los políticos se inventen problemas para tapar los verdaderos, o para halagar los oídos de aquellos que los producen, fortaleciendo sus pulsiones, resentimientos, odios y hábitos improcedentes. No retiro la palabra cinismo para calificar estas conductas. Vox quiere anular todas las leyes que atentan contra la igualdad de todos los españoles. Es de suponer que aquí entran las españolas. Pero las leyes se justifican por la realidad, no son la realidad. Lo que debería decir con claridad Vox es si quieren anular todas las realidades que atentan contra la igualdad de españoles y españolas. Porque de esto se trata, de la realidad, no de las leyes. ¿Por qué Vox no habla de anular las diferencias de salario, de promoción, de carrera profesional, de trato en los tribunales, en el ejército, en las instituciones religiosas, en las empresas, en la función pública?

No sabemos quiénes votan a Vox, y por eso no sabemos si sus votantes forman parte de los colectivos que reciben beneficios de toda índole (morales, económicos, libidinales) de la discriminación y explotación de mujeres. Pero resulta evidente que aquí hemos pinchado un hueso duro de la realidad, aunque no sepamos reconocerlo bien en su verdad. Pues un colectivo muy amplio de mujeres no está postergado sin que otro amplio colectivo de hombres extraiga de eso beneficios importantes. El machismo tiene un componente económico en todos aquellos fenómenos que están sujetos a una dimensión económica que, por invocar de nuevo a Freud, sabemos que son más de los que parecen. Es hora de identificar la ilegitimidad de estos beneficios, de denunciar a sus beneficiarios, y de recordar que la brutalidad machista es la más arcaica de las dominaciones. Y es hora de recordar que donde hay dominación hay explotación e injusticia.

Y he aquí, que el PP se traga esta cortina de humo y anuncia que aceptará algunas de esas sugerencias de Vox. Por supuesto que no nos sorprende, por dos motivos. Primero, porque no vemos recientemente que el PP tenga ganas de situarse del lado de los dominados y explotados, y no de los explotadores; y segundo, porque sabemos demasiado bien lo que significa la dialéctica del amo y del esclavo. Si alguien cree, como parece que Casado lo hace, que porque fue coleguilla personal de Abascal y porque este sepa a ciencia cierta que ambos piensan lo mismo en todo o casi todo, éste va a ceder fácilmente en atención a los buenos ratos pasados juntos, creo que se equivoca. Las cosas han echado a rodar y ahora cada formación tendrá su lógica propia, y si el PP cree que Vox va a ser su perrito faldero para enseñar los dientes, entonces es que ya ha perdido toda idea de lo que es la política. La batalla no ha hecho sino empezar, señor Casado, y Cs debería verlo. Así que aún pudiera pasar que Susana Díaz fuera presidenta unos buenos meses. Las elecciones de mayo están a la vuelta de la esquina, y si echamos de menos una institución de la verdad en un terreno concreto, ese también es el de las encuestas de intención de voto.

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