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INVENTARIO DE PERPLEJIDADES

De hacerlo a contarlo

Cuentan que, cuando el famoso torero Luis Miguel Dominguín pasó su primera noche de amor con Ava Gardner a esta le extrañó que él quisiera abandonar la habitación antes de que hubieran concluido los juegos. "¿Pero a dónde vas?", le preguntó la actriz norteamericana, que entonces estaba considerada como el "animal más bello del mundo". "A contarlo", le replicó el torero mientras terminaba de vestirse.

La anécdota, verdadera o falsa, sirve para poner de manifiesto una peculiar manera de entender la sexualidad, en la que, por lo que se refiere a cierta clase de hombres, se valora más el placer de contar una experiencia amorosa que la experiencia en sí misma. Pudiéramos creer que esa mentalidad retrógrada, que situamos históricamente en la dictadura franquista, había desaparecido y ya no hay hombres que alardeen de contar en público sus experiencias sexuales. O dicho de otra forma, de hombres que entiendan que la vida sexual debe de permanecer oculta en la esfera exclusiva de la privacidad, entre otras cosas porque afecta también a la vida de otra persona. Creíamos que con el paso del tiempo ese estadio mental estaba felizmente superado, pero como en tantas otras cosas estábamos equivocados y el afán por publicitar lo más íntimo se ha extendido.

Y digo lo que antecede después de leer y oír en los medios declaraciones desvergonzadas sobre supuestas hazañas sexuales en personajes de todo el espectro social desde la izquierda a la derecha. Por ejemplo, de don Pablo Iglesias, el líder de Podemos, en una entrevista con el psicoanalista argentino Jorge Alemán. Según el señor Iglesias "los hombres feministas follan mejor", una afirmación polémica que quizás debería de explicar. De una parte, porque el concepto "hombre feminista" no está muy claro aunque queramos interpretar que alude a los hombres solidarios con la lucha de las mujeres por sus derechos. Y de otra, porque la evaluación de sus artes amatorias corresponde hacerlas a quienes disfrutan de ellas sin que quepa asegurar de forma rotunda si son mejores o peores por razón de la ideología política de cada cual.

A propósito de todo esto, el periodista y escritor coruñés Wenceslao Fernández Flórez dibujó en su novela Un relato inmoral la existencia de una España abrumadoramente machista que asfixiaba a las mujeres. Y en esa novela hay una escena terrible en la que el protagonista masculino abandona (por ligera de cascos) a la mujer virginal con la que iba a casarse al día siguiente, al haber accedido ella a mantener una relación con su prometido después de mucho porfiar por parte de él. "¡Pero si ha sido contigo!", dice desconcertada la mujer. Si ahora viviera Fernández Flórez (conservador y misógino) no tendría materia para escribir una novela como esa, pero tampoco dejaría de sorprenderse con la desvergüenza con que se manifiestan algunos líderes de opinión en los medios. Como Fernando Sánchez Dragó que, en las antípodas de Pablo Iglesias, afirma que "las mujeres de derechas follan mejor, y las de izquierdas creen que están salvando el mundo". Una tontería grandiosa para luego presumir de haberle proporcionado 15 orgasmos a una mujer en cinco horas. Y todo eso con 80 años cumplidos.

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