La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

PIEDRA LUNAR

Rumbo a favor

La tipología de los escritores es múltiple y variada de tal manera que cualquier clasificación podría considerarse aleatoria. Hay autores que alardean de tener una amplia producción, con dos o tres novelas por año y ¡santas pascuas! Otros consideran un logro escribir una obra en poco más de un mes; algunos plagian sin contemplaciones para salir adelante, y hay quienes bajan la palanca y se conforman con haber dado a la estampa dos o tres títulos en su vida, o plantarse y no seguir escribiendo porque no tienen nada nuevo que aportar. Eso, por supuesto, incide en la calidad de los textos y en la lealtad a la palabra bien medida y bien pesada. El ejemplo más contundente al respecto lo tenemos en el mejicano Juan Rulfo (1917-1986) cuya creación se limita a dos libros: El llano en llamas (relatos, 1953), y Pedro Páramo (novela, 1955). Con esta exigua producción, Rulfo se alza con el reconocimiento de críticos, académicos y lectores, además de la continua lectura por bachilleres y universitarios del mundo hispánico. Valgan estas consideraciones para establecer un paralelismo con Juan Jiménez, poeta de nuestro ámbito cultural que acaba de fallecer a los 76 años de edad. Queremos destacar su figura ya que no fue un escritor que se prodigaba estirando su producción más allá de lo que él mismo consideró oportuno. En un momento determinado, se plantó porque no tenía nada nuevo que aportar al imaginario colectivo de la literatura insular. Y eso hay que considerarlo como un signo de honestidad con la palabra y con su valor poético. Juan no fue un hombre aislado. El recuerdo más remoto que conservamos se remonta a 1969, cuando participó en un memorable recital en el paraninfo de la Universidad de La Laguna junto con Pedro García Cabrera, Pedro Lezcano, Agustín Millares Sall, Isidro Miranda y Manuel González Barrera. En la década de 1980, tras una recopilación de sus textos, se bajó del tren publicista. Luego acompañó a su mujer María Castro en la exploración de su plástica y en la actividad intelectual hogareña. El matrimonio se hacía presente cada mediodía en un paseo por Triana y, apostados en cualquier terraza del entorno, degustaban la tertulia con los amigos ocasionales que gozamos de su palabra convertida en opiniones. Su producción queda renombrada en Itinerario en contra. En ciertos textos de homenaje póstumo, se le ha considerado como poeta carrizalero, siendo poeta del Sur (de todos los sures del globo). La dimensión de Juan Jiménez va más allá de los linderos comarcales e insulares. En su obra se constata una poética telúrica, de extensión hispánica: compromiso social, tierra, sol, viento, amor, hombre, trabajo, denuncia. Y la relevancia de un léxico que queda atrapado en sus versos (aparcero, surco, mochazo, tomatero...) En el cierre de la biografía de nuestro poeta, sin renunciar ni un ápice a lo recogido en Itinerario en contra (Ediciones Libertarias, 1980) que sintetiza la lucha vital, nos complacemos en decirle adiós con el rumbo a favor que va a seguir teniendo su obra en los mares literarios de nuestro ámbito cultural.

Compartir el artículo

stats