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Al azar

Empieza la desaparición de los telediarios

La noticia debió titularse: "El canal Cuatro se adelanta a la competencia en la supresión de los telediarios". A una experiencia personal me remito. Las pasadas navidades quise ver el discurso del Rey en directo, para contribuir al espíritu festivo. El problema es que nadie supo cómo sintonizar los canales tradicionales en el televisor, y eso que los jóvenes de la casa son catedráticos en la doma de aparatos inusuales.

Se llegó a una situación embarazosa, acabé contemplando la alocución en una humilde tableta a juego con las prestaciones de la intervención regia. ¿Alguien cree que a estos vástagos de la generación Netflix, incapaces de discernir entre Tele 5 y La Sexta, les preocupa la desaparición de los informativos en un canal determinado? La única incógnita es determinar si la generación de las teleseries aporta la masa crítica suficiente para el vuelco. La sublime pretenciosidad de la televisión impulsa a sus dirigentes a imaginar que están al margen de la revolución nihilista, que han propiciado con programas como Sálvame.

Por qué habrían de caducar todas las profesiones excepto el arte de leer una pantalla delante de otra, sentado en una silla. Ya solo un historiador puede abonarse a la rendición del presidente Lyndon B. Johnson ante su gran busto parlante, en medio del fragor de Vietnam. "Si he perdido a Walter Cronkite, he perdido a las clases medias estadounidenses".

Si hoy has perdido al sucesor de Cronkite, y a quién le interesa Matías Prats junior hablando sobre Palestina, todavía tienes alguna opción en el mundo de la comunicación. La raíz del desapego se debe a que el espectador sabe más del presentador transparente que el presentador de su trabajo. El golpe letal lo asesta el moroso oficialismo del telediario. La atmósfera mortecina de los informativos contrasta con la excitante efervescencia de Mamen Mendizábal o Wyoming, conductores que serían asfixiados en un formato tradicional.

El súbito dolor colectivo por la extinción de los informativos de Cuatro recuerda el trauma creado por la desaparición de CNN+, en diciembre del año 2010. Juro que una pareja de sus espectadores se me acercó en Valencia, para preguntarme: "¿Qué vamos a hacer ahora?" Me solidaricé hasta que un representante del canal resumió que "ojalá lo lloraran menos y lo hubieran visto más". Empieza la desaparición de los noticieros, porque una nueva generación prefiere la biografía de Dick Cheney en El vicio del poder a una narración diaria de su agenda. En cuanto a sus últimas reticencias, indague cómo se informan los presentadores de telediarios.

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