Por qué Pedro Sánchez tutea a los periodistas en las ruedas de prensa? Uno sospecha que en cuanto se apaguen los micrófonos los volverá a tratar de usted. Antes, en una época más civilizada, el presidente hubiera ofrecido una rueda de prensa después del anuncio del adelanto electoral y no durante el mismo. Y, por supuesto, se hubiera ceñido -con la ayuda de los periodistas- a explicar las razones de una legislatura de nueve meses que no consiguió parir ni unos presupuestos generales. Porque lo más sorprendente de la comparecencia presidencial es precisamente esa evidencia: usted decidió gobernar con 84 diputados y en poco más de medio año ha debido convocar elecciones. Desde un punto de vista político, cuando el debate de un proyecto de presupuestos generales es rechazado por la Cámara el responsable del fracaso es quien lo presenta, como es obvio, no las fuerzas políticas que lo rechazan. El responsable es, en definitiva, el que sabe que su apoyo parlamentario resulta insuficiente y no consigue tejer suficientes apoyos en la Cámara para conseguir su objetivo.

Es agotador escribir cosas elementales. Parafraseando al personaje de Dürrenmatt: qué tiempos estos en los que hay que escribir evidencias tan diminutas como esa. Quizás lo peor del pequeño mitin de Sánchez ayer -media hora de épica humildad en la que se ofreció a España como una combinación de Felipe II, Willy Brandt y Ricky Martin- fueron las veloces reacciones de los demás líderes políticos. Cada vez que sale Pablo Casado por la tele dan ganas de mandarle a comprar una fanta y una pachanga. Como maniquí articulado es bastante menos presentable que Sánchez. "Y lo primero que vamos a hacer cuando ganemos las elecciones", dice este chico con pinta de no haber roto ni fregado un plato jamás, "es bajar todos los impuestos". Pero qué ilusión. Luego Albert Rivera proclama que ya era hora de poder votar, como si en este país lleváramos sin votar desde 1936, y como en 1936, será la última vez en la que ganen los rojos, los separatistas y los masones. Pablo Iglesias guarda silencio, escondido en un biberón, y Alberto Garzón insiste, melancólicamente, en que se podía haber seguido en el Gobierno, expectorando un decreto ley de vez en cuando, y después del juicio en el Tribunal Supremo, negociando leyes muy progresistas con el PdCAT y ERC. Sin prisas, porque convocas elecciones con prisas y gana la derecha. ¿Cuándo se introducirá en la Constitución de la III República el derecho a suspender las elecciones sine die si las encuestas señalan que puede ganar la derecha?

Sacrificados por España una, grande y libre, por salvaguardar los principios constitucionales, por mejorar la vida de la ingente gente, por recuperar el Estado de Bienestar, por subir el salario mínimo o fanatizar las pensiones. No sé si lo que cabe es votarles o cantarles una saeta.