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OBSERVATORIO

Los hijos de HAL

Cualquier tecnólogo, si realmente lo es, soñaría con trabajar en el MIT, Cal Tech o en el National Livermore. En particular, si hay un lugar donde todo es posible, es el MIT. Siempre han cuidado a los promotores de las nuevas ideas y tecnologías, vengan de donde vengan. ¡Casi como aquí! En 2001 el MIT editó un libro que se tituló El legado de HAL (el ordenador protagonista de 2001 Odisea en el Espacio), donde se abordan temas relacionados con problemas de visión artificial, supercomputación, reconocimiento de voz y texto, procesamiento automático del lenguaje, sentido común, reconocimiento de emociones, razonamiento avanzado y toma de decisiones, diseño de sistemas robustos con tolerancia de fallo nula, y también ética para robots.

Todas estas líneas de investigación se han ido depurando desde entonces, y por eso, cuando ustedes salen del aparcamiento de AENA en Gando, hay un sistema automático que les reconoce la matrícula, después de haber pagado, por supuesto. Estos sistemas biométricos son idénticos a los que se utilizan en los algoritmos de reconocimiento facial, por ejemplo, para la detección automática de un delincuente en imágenes de vídeo o en una base de datos de la Interpol. Esos mismos algoritmos reconocen nuestra firma cuando pagamos en una tienda, o nuestra huella digital para desbloquear un ordenador o el móvil, o para permitir la entrada a una zona restringida mediante la lectura del iris.

Recientemente saltó a la palestra el caso de un narco que intentó cambiar sus huellas dactilares. También es conocida la pericia de muchos delincuentes que aprenden a firmar con las dos manos. Sin embargo, los datos y los sistemas de análisis automático son como sabuesos en busca de la verdad. Podríamos diseñar un algoritmo Burundanga que obligase a los delincuentes de cuello blanco a admitir la evidencia, porque cuando el "sensor alfa" se dispara, no falla. La base de entrenamiento serían los políticos del PP y del PSOE. Zaplana es un ejemplo de libro, dado que desde un inicio admitió que estaba en política para forrarse, y en Valencia encontró su sitio. Existe en nuestro país una estructura que genera y tolera un nivel de corrupción tan elevado en todos los estamentos. En Europa ya nos tienen calados, y el futuro pinta negro, pues ningún grupo serio invierte en un país corrupto. En USA la corrupción es uno de los mayores generadores de incertidumbre económica.

No me asustan las verdades tecnológicas, porque poseen una especificidad mucho más alta que los humanos, que tenemos prejuicios (a prioris) e intereses (verosimilitudes interesadas). Un polígrafo no entiende de siglas. Imagínense un sensor (lo llamaremos Pinocho) que detecta las mentiras midiendo la temperatura facial en tiempo real al hacer una entrevista. ¿Realidad o ficción? Algo parecido utilizamos para diagnosticar el cáncer de mama, analizando las termografías de infrarrojos tomadas en los pechos. Estas imágenes nos ceden su secreto cuando se procesan mediante técnicas de deep learning (aprendizaje en profundidad) como las redes neuronales convolucionales, que tratan multitud de imágenes, dividiéndolas en parches y analizando su estructura minuciosamente. Estas redes emulan la visión en organismos vivos. En 2010-2015 se hicieron célebres al ser capaces de ganar diferentes concursos internacionales de IA.

Una historia similar ha ocurrido con los sistemas de reconocimiento de voz. Apple hizo famosa a Siri y recientemente Google lo ha hecho con Duplex, un robot capaz de establecer una conversación como un humano y reservar turno en la peluquería. Por detrás, una red neuronal recurrente entrenada en un sinfín de conversaciones telefónicas anonimizadas.

También estos sistemas podrían determinar quién consume asiduamente cocaína. ¿Se imaginan de repente el silencio? Alexa (de Amazon) también aprende muy rápido, más rápido que muchos de nuestros alumnos, y también que muchos profesores que siguen anclados en el siglo XIX, aburriendo solemnemente a sus alumnos, impartiendo dogma. Mientras tanto, la robótica y la IA avanzan a pasos de gigante: el sistema quirúrgico Da Vinci mejora y optimiza el rango de acción de un cirujano experto. En un futuro próximo podrá sin duda operar (y decidir) de modo autónomo. Imagínense una multitud de nanorrobots ayudando a las células del sistema inmunitario a detectar las células cancerígenas, destruyéndolas, en una especie de guerra de Troya. ¿Y qué me dicen de los robots que siegan? ¿Y los que aspiran? ¡Una maravilla! Ambos me han cambiando la vida.

¿Culo o codo? Esa es la cuestión. Samantha, la robot creada por Sergi Santos a la que hay que seducir, y se puede negar, podría ser la maestra de muchos energúmenos que no saben tratar a las mujeres. De vez en cuando podría sacar un puño a lo Mazinger Z y darles un mamporro, o hacer como Afrodita A: ¡Pechos fuera! A menudo me pregunto, ¿para qué pagamos a este enjambre de ineptos que no representan los intereses del pueblo y no hacen nada más que marear la perdiz? Deberíamos limitarles el mandato por decreto. ¡No valen ni para falsear las cuentas! En Estonia lo tienen claro y han comenzado a poner la justicia en manos de la IA. Los hijos de HAL pronto serán abuelos.

Juan Luis Fernández Martínez. Catedrático de Matemáticas

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