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palabras gruesas

25 años del 0,7%

Se cumplen 25 años de las grandes movilizaciones que tuvieron lugar en toda España a favor del 0,7% del Producto Nacional Bruto (PNB) para la ayuda a los países empobrecidos, impulsando un movimiento insólito en el mundo por su fuerza, aunque sus resultados, con la perspectiva que dan estos años, no hayan sido los esperados.

En abril de 1994, cerca de un millón de tutsis fueron salvajemente asesinados en Ruanda mediante una acción planificada durante meses por fanáticos de la etnia hutu, con la complicidad de diferentes gobiernos occidentales. Todo ello originó una gigantesca catástrofe humanitaria provocada por millones de personas que huían de forma desesperada para escapar de una muerte segura. La dimensión de la tragedia contó con la pasividad de la comunidad internacional, demostrando el escaso valor que se daba a la vida humana en algunas partes del planeta. Pero en esta ocasión, los medios de comunicación retransmitieron, por vez primera y en tiempo real, informaciones sobre el gigantesco drama que se estaba viviendo. Ante nuestros ojos aparecían cientos de miles de personas cuyo único propósito a lo largo de su corta vida era sobrevivir, algo que significó un aldabonazo en numerosas conciencias, llevando a un buen número de ciudadanos de bien a preguntarse por las causas de tanto horror y la manera de paliar tanto sufrimiento humano. Comenzaba a producirse un cambio trascendental en la opinión pública española, que empezaba a mostrarse a favor de la solidaridad hacia los países más pobres.

Por aquel entonces, un pequeño grupo de personas, vinculado a algunas organizaciones humanitarias, venía impulsando actividades reclamando el cumplimiento de la Resolución 2626 de las Naciones Unidas del año 1970, en la que se acordó destinar el 0,7% del PNB de los países ricos para la ayuda al desarrollo del Tercer Mundo, creando una plataforma de apoyo al 0,7%, aunque bien poco se sabía sobre su significado. Muy pocas personas en toda España nos dedicábamos entonces a conocer e investigar, con muchas dificultades, la incipiente y débil política española de Ayuda al Desarrollo, a la que España había accedido tras entrar en el Comité de Ayuda al Desarrollo (CAD) de la OCDE, en enero de 1992.

La matanza en Ruanda y la crisis humanitaria desencadenada en la región de los Grandes Lagos, en 1994, sirvieron de catalizador en una doble dirección: impulsando en numerosas ciudades y municipios campañas a favor del 0,7%, a la vez que planteando en sectores sociales e institucionales iniciativas relacionadas con las políticas de ayuda y cooperación internacional, generándose un importante debate sobre el papel de España como país donante y la efectividad de su desconocida política de ayuda al desarrollo. De hecho, a lo largo de 1994 se sucedieron por España manifestaciones y encierros, huelgas de hambre y 140 acampadas en distintos municipios donde se analizaba, enseñaba y comentaban temas que hasta entonces habían estado fuera de los debates ciudadanos. Algunos recorrimos muchas de esas acampadas, intentando explicar la complejidad de estas políticas y la necesidad de mejorar nuestras acciones de solidaridad internacional.

De esta forma, el movimiento 0,7% catalizó un formidable potencial de movilización social y de simpatías, construyendo en poco tiempo un imaginario colectivo sorprendente a favor de algo que, en buena medida, se desconocía pero que se quería impulsar, como era esa cifra mítica del 0,7%. De hecho, el 0,7% alimentó otras movilizaciones posteriores, junto a trabajos que fueron recogidos desde ONG, universidades y grupos sociales. Incluso las acampadas del 15M emularon las que tuvieron lugar con motivo del 0,7% en diferentes ciudades.

Pero posiblemente, el mayor logro de esta campaña no pueda interpretarse en clave estatal, sino por el contrario, a nivel autonómico y local. El avance que vivieron en España las políticas de cooperación descentralizada que se llevaron a cabo en ayuntamientos, diputaciones, cabildos y comunidades autónomas desde entonces fue, sin ninguna duda, el mayor éxito de esta campaña, y uno de los mayores avances experimentados por la política de cooperación española hasta la llegada de la crisis. La política de cooperación descentralizada en España es única en el mundo, siendo un espacio de vitalidad, originalidad y avances poco reconocido. También las universidades dieron a estas disciplinas una importancia docente e investigadora hasta entonces inexistente, al tiempo que las ONG impulsaron sus trabajos. Todo ello han sido logros palpables del 0,7%.

Sin embargo, a pesar de la campaña del 0,7%, la ayuda española nunca consiguió, ni de lejos, aproximarse a esta cifra, alcanzando su máximo histórico en el año 2009, con el 0,46% de Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) dedicado por el entonces Gobierno de Rodríguez Zapatero. Desde entonces, y con la excusa de la crisis, los sucesivos gobiernos del Partido Popular, presididos por Mariano Rajoy, han protagonizado el mayor retroceso en la historia de la ayuda al desarrollo en un país donante, llevándola a un progresivo desmantelamiento, con cifras del 0,1%, similares a los niveles que tenía España en los años 80, situándonos en el pelotón de cola de los 30 países donantes.

A pesar de que España se encuentra muy lejos todavía del 0,7%, la semilla plantada hace 25 años con las movilizaciones, luchas y trabajos hace que su fruto sea mucho más valioso de lo que parece.

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