Antonio Rodríguez era, sobre todo, una persona buena. Falleció el Viernes Santo, dejando un enorme vacío en su familia y entre todos los que le conocimos y apreciamos. Se pueden decir muchas cosas sobre él, y todas buenas. Era inteligente y trabajador, contaba con una extraordinaria visión del futuro económico y de los negocios. Un empresario hecho a sí mismo con un olfato como pocos he visto.

Antonio siempre contó con el apoyo y la confianza de su hermano Moisés, a quien siempre quiso con locura y guardó un gran respeto. Ese cariño que vertió en su familia también llegó a sus amigos, que somos legión y que le echaremos mucho de menos.

Vivió muchos años en Inglaterra, donde coincidimos. Recuerdo su oficina en Covent Garden y su comportamiento siempre impecable. Un verdadero gentleman, como dicen en aquellas tierras, que, durante tanto tiempo, se convirtieron en nuestra casa. Allí, Antonio destacaba como uno de los empresarios con mayor destreza para los negocios.

Le recuerdo visitando firmas británicas para traer sus productos a Canarias, siempre con sus modales exquisitos. Gracias a personas como él las cosas fueron mejorando en las Islas. De hecho, ha sido uno de los canarios que más ha luchado desde Londres por Gran Canaria.

Personalmente, creo que este Ayuntamiento está en deuda con él, así como nuestra sociedad. Merece, sin duda, que se le dedique una calle o una plaza. Cuando eso suceda, podremos decir que se ha hecho justicia con un grancanario que hasta su último aliento defendió los intereses de sus paisanos.

Además, una de las facetas por las que siempre destacó fue su sensibilidad con los que menos tienen. Era colaborador asiduo de Cáritas, aunque, como los grandes seres humanos, jamás alardeó de su generosidad, siempre guardó la discreción de quienes dan sin pedir nada a cambio.

Por ello y por mucho más, se ganó el respeto y el cariño de los que tuvimos la suerte de ser sus amigos, tanto aquí como en Inglaterra. Estoy seguro de que nuestro querido mercado de Covent Garden está llorando la muerte de Antonio, porque ya no lo podrá ver paseando por las calles, como hacía cada día cuando vivía allí.

Su fallecimiento ha sido un golpe muy grande. Mi más sentido pésame a su familia, que lo adoraba. Descansa en paz, amigo.

Carmelo Santana Peña. Antiguo exportador canario en Londres