La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

REFLEXIÓN

El columnismo está de luto

El columnismo está de luto; la muerte dejó de ser un pensamiento para don Manuel Alcántara y se convirtió en hecho. A pesar de tener una torpe fealdad, por desgracia, conquistó al maestro. A determinada edad dicen que el cansancio nos vence, por lo visto, a don Manuel no lo venció ni el color aceituna del paso del tiempo... Hasta el último momento prosiguió engullendo letras, tal vez, para no morir de hambre.

Determinados columnistas se contentan con ser soberbios, otros desprecian absolutamente todo y son expresión temeraria de provocación y mal gusto. Algunos son la narración contraída de la etapa escolar con pretensiones de altura. Aunque, la mayoría de las veces no llegan, denotando así lo famélica que anda su pluma. No, ser columnista no es cuestión de voluntad, es cuestión de talento... Y don Manuel estaba sobrado, sus rutas literarias siempre estuvieron jalonadas de la opulencia del genio, todas sus columnas son un portentoso ejemplo de lo que es escribir sin esfuerzo, sin forzar, sin oportunismo. Creo que solo los incapaces necesitan las sacudidas de la provocación, verdaderamente el columnismo (el de calidad) a día de hoy es decadente. No, no todas las cabezas afortunadamente son ánimo flojo, hay columnistas que siguen comprendiendo el legado de Mariano José de Larra, y se esfuerzan por no ser la frialdad de un cadáver despellejado entre letras.

Don Manuel ha dejado una inmensa bóveda abierta, a través de ella podemos ver a la poesía bailar y a la prosa ordenarse. Por supuesto, sin vociferar, y sin usar palabras de enano. Siempre he pensado que la buena columna no depende del número de letras, conozco buenos escritores que no necesitan arrojar la tinta al pudridero de la cantidad. Con pocas palabras le confieren peso al papel, sin necesidad de ser indicio o demostración; así son los grandes: causa ajena del pretexto, y así era don Manuel... Los caballeros empolvados de talento jamás anhelaron ser papel impreso. Todo lo deseado lleva una finalidad, junto al rostro de la pretensión (en muchas ocasiones), está la mueca del oportunismo, y de una cosa viene otra, ya saben.

Quiero terminar besando la boca de los hombres grandes, no me conformo con la perfida mejilla que a menudo se sonroja, prefiero demostrar la pasión con la responsabilidad de la admiración y la entrega. Y agradecerle a los maestros del oficio su pequeña pensión vitalicia: su legado.

Creo que don Manuel no pretendió vivir bien, pero sí vivir siempre. Junto a sus columnas siempre rugirá el león. Seguro que sí.talicia: su legado.

Creo que don Manuel no pretendió vivir bien, pero sí vivir siempre. Junto a sus columnas siempre rugirá el león. Seguro que sí.

Compartir el artículo

stats