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CARTAS A GREGORIO

Manuel Ojeda

Votar por votar

Querido amigo: Pendientes ya de los últimos capítulos de la campaña electoral, permíteme que te adelante estas cavilaciones habida cuenta de que luego solo tendremos un día para reflexionar.

Es la tercera vez en menos de tres años que sufrimos una consulta y, teniendo en cuenta la delincuencia política de la que disfrutamos, todo puede resultar mal o peor dependiendo de la cuadrilla que salga, por lo que no es de extrañar que la gente no vote si en realidad es como tener que elegir quién quieres que sea tu verdugo.

Pero, a pesar de la insistencia, no parece que mejoren las campañas. Solo tienes que ver el eslogan de los partidos, y se diría que todos se han puesto de acuerdo para decir lo mismo sin tener que decir nada. Basta con poner uno detrás del otro para componer un eslogan que sirve para todos: "Vamos, haz que pase por España, que ahora más que nunca es un valor seguro".

Algunos han establecido el insulto como argumento, pero está demostrado que esa estrategia no funciona y que un ataque descarnado podría incluso despertar la compasión del electorado.

No creo, Gregorio, que las campañas sirvan para cambiar la opinión de nadie, y que la gente vota para corroborar lo que tenía pensado.

Pero da la impresión de que los partidos improvisan. Como, por ejemplo, Ciudadanos, que presenta a su líder subido en un tractor para atraer el voto de los campesinos, cuando se supone que su electorado está en las ciudades...

También los populares caen en lo populista al tratar de "felón" y "traidor a la patria" al representante socialista. Mientras los socialistas, después de haber ascendido a sus representantes anteriores al capitalismo neoliberal, han conseguido que su ejemplo contamine a Podemos, que se siente impotente para justificar el lujo residencial de su representante más carismático.

Y por último los de Vox, que a raíz de los gritos en Andalucía parecen haberse quedado afónicos, y por mucho que amaguen no parece que vayan a llegar más allá de sus propias bufonadas.

La política es un negocio y dispone de un marketing donde los candidatos se venden como los detergentes pero, aunque OMO diga que lava más blanco, todo el mundo sabe que lo blanco es blanco a pesar de lo que digan los políticos.

Pero si algo ha cambiado son las promesas electorales, porque ya nadie las concreta. Y es que las hemerotecas han dejado a más de uno con el culo al aire.

En casi todos los carteles se repiten los corazoncitos como queriendo decir que votes con el corazón pero, como se sabe, cuando piensas con el corazón acabas llorando con el alma.

Gane quien gane, Gregorio, no creo que nada vaya a cambiar a pesar de las promesas electorales de estos vendedores de humo, una humareda que el tiempo se encargará de disipar para devolvernos a nuestra realidad más cruda.

Un abrazo, amigo, y hasta el martes que viene.

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