Un debate. Y después otro. Está monótona la televisión. Hay más debates que ideas. Incluso se abre paso la idea de hacer más debates. Es una idea. Una idea a debatir. A la hora de escribir estas líneas nadie había perdido ningún debate. A la hora en la que usted las lee hay cuatro ganadores según qué periódico lea o qué radio escuche. La objetividad se fue de vacaciones hace tiempo. La pasión cabalga al galope por las praderas del periodismo. En el debate debería haber un puesto para el representante de los indecisos que a día de hoy es el partido mayoritario. Irá menguando, el partido de los indecisos, pero el quid estará en ver por quién se decantan sus huestes. Si es que se decantan. El partido de la abstención también espera recoger migajas. La campaña va adquiriendo un tono nervioso que se acentuará. Todos quieren arañar votos pero unos tienen más uñas que otros. Las encuestas dicen que la duda de no pocos electores es doble. Primero, si votar a izquierda o a derecha. Y segundo, a qué opción de ese espectro hacerlo. La duda más duda es en la derecha, donde votantes de Ciudadanos están tentados de irse a Vox. A Vox no le han dejado participar en los debates, con lo cual los han colocado en el sitio donde se sienten más cómodos: en las redes sociales, en los grupos de whatsapp, en las barras de bares y cafeterías. Pero con una munición argumental potente: el victimismo. En un debate con Vox, el que más tenía que ganar era Sánchez. Los debates sirven para que nadie se quede sin conversación en el ascensor. Son el insomnio del editorialista, la pesadilla del asesor. El debate queda a menudo reducido a una sucesión de monólogos pronunciados por gentes que no es Shakespeare y que si te dijera "ser o no ser, ésa es la cuestión" tendrías que escamarte y salir corriendo. Esa es la cuestión también, sí, salir corriendo para dónde, no vaya a ser que te tropieces con otro debate. En España pasamos de un extremo a otro en esto de los debates, o los hay con la frecuencia de las glaciaciones o los hay tan seguidos que, con total seguridad, algunos de los cuatro participantes no cubrirá todas las necesidades básicas en el intervalo que va del primero al segundo. Que cada lector haga su propio catálogo de necesidades básicas. A lo mejor uno de los cuatro acude al segundo round, por mor de esa carestía, ligeramente noqueado, en ese estado de púgil casi en shock capaz por igual de arrear el definitivo mandoble, enloquecido, al adversario o de caer como fardo pesado a la lona echando sangre por la nariz y espuma por la boca.