La Provincia - Diario de Las Palmas

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OBSERVATORIO

Economía adicional

Me he vuelto cocinero de fin de semana. Recientemente he comprado paletilla de cordero en dos de las más importantes cadenas de supermercados de Canarias. Lo he hecho vulnerando mis "principios de consumidor" (Sólo productos nacionales), y en contradicción con lo que dichas marcas publicitan (¿Mienten cuando dicen que fomentan la producción local?) Digo esto, porque las paletillas en cuestión son de origen italiano, como si se tratara de un producto exótico que no se produce en toda "nuestra" España.

Una frecuente publicidad televisiva expone que "no te voy a abandonar", pero te compraré llamando a un tercero que pondrá un valor intermedio entre tú y yo, sin motivo ni razón, y destrozará las verdaderas relaciones sociales. Como si fuera un verdadero avance o servicio pedir comida a un call center en lugar de hacerlo al restaurante que te conoce y conoces de siempre.

Todo ello me lleva a preguntarme: ¿estamos generando eficiencia en nuestra economía? ¿La pasada crisis nos ha colocado en situación de más eficiencia? No parece que en nuestro país la economía sea ahora realmente más fuerte y eficiente que antes de la crisis. Hemos reducido la infección, la enfermedad, pero nuestro cuerpo es más débil. Nuestra economía es menos competitiva, en términos relativos, que antes de la crisis.

¿En qué han mejorado su eficiencia las empresas españolas después de estos años de dificultades? Salvo en la reducción de plantillas y salarios, y rebaje de otras condiciones laborales, de muy pocas mejoras podrán presumir las empresas del Ibex y otras similares.

Los biempensantes hablan de la calidad internacional de nuestra industria de ingeniería y obra pública, la agroalimentaria, de nuestro turismo, y del automóvil, etc. Muy cierto. España tiene una vanguardia empresarial de prestigio y calidad. El único problema radica en la escasez, es decir, no es suficiente para el tamaño y población del país.

Estuvimos unas semanas en medio del juicio de Bankia y su salida a bolsa. En este país estamos rodeados de falsos liberales. Liberales que sólo se encuentran cómodos en situación de privilegio y monopolio, algo totalmente ajeno a una sana y verdadera mentalidad liberal. Antes de la crisis teníamos 80 cajas de ahorros y unos 20 bancos. Ahora sólo existen cuatro bancos grandes, dos pequeños y han desaparecido todas las cajas (No porque el modelo fuera obsoleto sino por la injerencia de políticos y corruptos, y políticos corruptos). ¿Gozan los consumidores de mejores condiciones ahora o nos encontramos en un casi oligopolio? Me temo que la eficiencia del mercado es menor por falta de concurrencia, y el consumidor está más desprotegido que antes. Y el sistema bancario se expone a una situación de mayor riesgo frente a una crisis de alguna entidad, que por su tamaño sería imposible de asumir.

Estos días se habla de la economía mutante. Apple va a colocar tarjetas de crédito, y los bancos ampliarán su espectro de oferta y venderán todo tipo de servicios. Si ese es el marco deseado, es decir, si la banca puede y debe acudir a cualquier mercado, también deberíamos estar de acuerdo en pensar -como verdaderos liberales- que la banca no debería recibir ninguna ayuda especial en situaciones de crisis. Sin embargo, si pensamos que la banca es un mercado especialmente sensible a situaciones de pánico o estampida de clientes, ante lo cual, los gobiernos de turno han de acudir a su recate, también deberíamos estar de acuerdo en que, a cambio de semejantes posibles ayudas, no deberían entrar en ningún otro mercado salvo la pura financiación, amén de que en su mercado natural sirvan de ayuda y apoyo a la administración frente al fraude, la economía sumergida y el blanqueo de capitales (A través de la gratuidad de determinadas herramientas en manos del público).

Estoy hablando de la banca, pero podríamos extendernos a cualquier otra rama de actividad. Expongo unas cuantas situaciones. ¿Cuántos operadores se reparten el mercado nacional eléctrico o el mercado de hidrocarburos?. Amén de perder eficiencia por falta de competidores, nuestra economía se va volcando a campos de servicios superfluos con desprecio y minus-valoración de la economía real. Las grandes empresas de telefonía abandonan la economía real y subcontratan esos trabajos, quedándose con la mayor parte del beneficio en asfixia del subcontratado, que es quien aporta el valor añadido, la economía real. Lo mismo hacen las eléctricas. Los propietarios de locales comerciales quieren llevarse la mayor parte del negocio con rentas altísimas, mientras el que se arriesga y abre un negocio, creando empleo, se ve oprimido por tales rentas. La propiedad se va concentrando en menos manos, fondos, grandes grupos, y otras consecuencias de sarebs y similares.

Más ejemplos. En las controvertidas VTC gana más la red, la plataforma, sin riesgo alguno, que los "nuevos vtc-taxistas" que han invertido en un vehículo, aportan trabajo y costes, y, a veces, han adquirido una licencia, encarecida artificialmente por pelotazo, y en beneficio sin causa, de unos pocos de aquellos falsos liberales. En la vivienda vacacional y/o en el mercado extrahotelero, el beneficio desproporcionado cae igualmente en manos de la plataforma, sufriendo quien aporta el inmueble, los costes y el trabajo.

Al final, desparece la economía real, y crece y se lucra la economía adicional, superflua, sin darse cuenta de que sólo unidas y creciendo juntas la segunda tiene sentido. Lo mismo ocurrió con la economía real y la economía financiera en la pasada crisis: cuando la economía real no generó suficientes beneficios para la economía financiera, ésta tomó vida propia y creció artificialmente hasta colapsar. (No fue crisis del ladrillo, fue crisis del crédito hipotecario).

En estas situaciones no es extraño sentirse descorazonado cuando desaparecen los productos locales, el comercio y la industria nacional. Sólo fomentando la economía real, haciéndola crecer en tamaño y en eficiencia, podrá sobrevivir, y tendrá sentido, la economía "adicional".

Algo mal estamos haciendo en este país. Si para que la economía funcione hemos de castigar a un veinte por ciento de la población a cobrar infra-salarios y vivir en el umbral de la pobreza, y abandonamos la producción de bienes y servicios reales, para inventar servicios innecesarios cuando no superfluos, es que algo estamos haciendo muy mal. Nos estamos colocando en situación de total indefensión frente a las crisis futuras, vengan pronto o tarde. Que vendrán.

José Manuel Rodríguez Moral. Economista

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