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Javier Durán

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Javier Durán

El 'marqués' se enquista

Basta que uno se ponga a hurgar con la uña del dedo meñique para que le aparezcan, en plan imagen mariana, revelaciones estridentes entre el caldo con fideos de los resultados electorales. Una de ellas es concluyente: nada nuevo bajo el Sol de Domingo González Arroyo, archiconocido marqués de las dunas y reconocido practicante del boxing hago lo que me sale de los cojones, que ha conseguido un escaño de senador pese a estar inhabilitado por una sentencia firme del Supremo. El ex del PP, líder alcanforado de la derecha majorera, resultó vetado para cargo público por un periodo de nueve años por extracción irregular de áridos durante su etapa al frente del Ayuntamiento de La Oliva. Este superviviente del lado oscuro de la política, eminente protagonista de un juego de tronos de aliento rural-turístico, ha culebreado para superar todos los filtros habidos y por haber, y renace de las cenizas -si alguna vez lo fue- para alcanzar la Cámara Alta. No me lo creía, pero allí estaba su nombre: Domingo González Arroyo: 2.152 votos. La verdad es que uno oscila entre la idea de que DGA es más resbaladizo que un pez acabado de salir del agua, o bien su caso de bonanza electoral con regate al Alto Tribunal es cosa de la insularidad y del compadreo de la carne de cabra, ante cuyo delicioso plato se arregla lo que se ha dado por imposible. Y lo digo, ¡oh sorpresa!, porque también ha colado su candidatura al Cabildo de Fuerteventura, pendiente, dicen, de que se formalice o no alegación; en el caso del Senado hubo silencio y hubo senador, difícil pensar entonces que ocurra con la corporación insular. DGA, tras los comicios, deviene en auténtico fenómeno, con unas ventosas que le llevaron en 2015 a atrincherarse en la Alcaldía y ahora a enquistarse en el sistema como una bacteria contra la que no hay antibiótico.

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