La Provincia - Diario de Las Palmas

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Cira Morote.

Programa, programa, programa

Estos días me han llamado ingenua varias veces. Voy por ahí manifestando que me indigna poderosamente que en todo este asunto de los pactos no se hable de programas de gobierno. Me parece un timo, una tomadura de pelo, una agresión a la democracia. Me aseguran que este baile de sillones es la política. Y no. La política es mucho más que eso. La política es cualquier decisión que afecta a los ciudadanos, y es hora dignificarla y de estar a la altura.

En este trance evangelizador en el silencio me encontraba, cuando me di de bruces, al lado del periódico, con Ángel Víctor Torres y Chano Franquis, candidato socialista a presidir estas ínsulas y secretario insular del PSOE de Gran Canaria, respectivamente. Pensé por un segundo "¿a dónde vas, Morote?". Pero no, me encomendé a San Miguel, que para eso soy medio de Valsequillo, y les abordé: "Miren a ver, que hay que defender el Estado del Bienestar". En ese momento, el pactómetro estaba echando fuego con los acuerdos en Telde y Santa Lucía para desalojar a Nueva Canarias, y el entendimiento entre las llamadas fuerzas de progreso para el Gobierno regional parecía herido de gravedad. Ambos me miraron, muy amables y sonrientes, con un gesto de "a mí que me registren", y me alejé, casi escuchando en sus cabezas: "Jesús, qué mujer más intensita".

Y no quedaba nada, amigos. Entre aquel breve encuentro y ayer, la yenka ha sido para record Guinness. Desde llamadas telefónicas de Román Rodríguez (NC) para tentar a Pepa Luzardo (PP) con la Alcaldía de Las Palmas de Gran Canaria, en venganza contra PSOE por hurtarle sus feudos; hasta movimientos de Coalición Canaria para colocar a Asier Antona (PP) como presidente nominal, en un gesto de desesperada generosidad por parte de los áticos, que no terminó como estaba previsto, en el ya mítico encuentro a cinco en la residencia presidencial. De este contubernio conservador salieron a escape Nueva Canarias (un pulpo en un garaje para espabilar al PSOE) y Casimiro Curbelo (mano del Rey), en cuanto comprobaron que la vía por la derecha estaba seriamente tocada por una implosión de egos, susceptibles de donarlos a la ciencia.

Así que almuerzos en Ciudad Jardín, cafés en el Hotel Iberia, confesiones desde Los Bardinos y sobremesa en Casa Carmelo, para volver el contador a cero, aunque con algunas muescas en el revolver. ¿Y para qué? ¿No se dan cuenta de hasta qué punto estos trapicheos alejan a la gente de la política? ¿Qué quieren, más abstención? Quizá es que a algunos les conviene que nos quedemos en la playa, en vez de ir a votar.

Pero, en medio de todo el disparate, hay, al menos, un ejemplo de coherencia: el tripartito capitalino. Con aciertos y con errores, Hidalgo, Doreste y Quevedo parecen haber encajado como un puzle, cada uno con su forma, pero por un fin común. Sus negociaciones, tanto en la primera ocasión como ahora, han sido impecables. Ahora tienen cuatro años más para cumplir su deber y no traicionar sus ideas y sus promesas. Y es que ya lo decía el insigne Julio Anguita: "Programa, programa, programa". Deja ver.

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