La lógica diría que a la UE le beneficia deshacerse del Reino Unido, que siempre puso el freno de mano al proyecto europeo, pero la teoría del caos opina diferente y parece ser la que rige este asunto o al menos a sus protagonistas. Desde que David Cameron abrió la Caja de Pandora del brexit con el referéndum del 23 de junio de 2016, el panorama político del Reino Unido se parece cada vez más a una canción de Sex Pistols. La espiral del caos se amplía, engullendo primeros ministros y millones de euros en planes de contingencia. El dilema irresoluble de la salida de la UE nos conduce inexorablemente a un escenario de salida no negociada.
La campaña del brexit, agitada por tramposos deslenguados y alimentada por los pozos de resentimiento solo podía culminar en el advenimiento de Boris de Pfeffel Johnson (Nueva York, 1964), también conocido como Mr. Fake. Todo parece indicar que el que fuera periodista preferido de Margaret Thacher y hooligan de cabecera de Donald Trump pronto llegará al 10 Downing Street y cumplirá con su destino: ser el encargado de esgrimir las excusas de mal pagador y cabrear a todo el vecindario europeo con un portazo de consecuencias imprevisibles en el entorno de las guerras comerciales de su padrino. Pero nada está escrito y con estos personajes ambivalentes y fuleros puede suceder cualquier cosa (y la contraria a la vez).
Nos vamos a empachar del tal Boris. No cabe duda que Mr. Fake bordará su papel como malo de James Bond. Aparte de rubio y mentiroso, Boris, es despiadado, voluble y sin escrúpulos. Tiene la habilidad de ofrecer a cada uno aquello que quiere escuchar sin importarle las contradicciones. Dice una cosa y la contraria; es capaz de estar de acuerdo y en contra del brexit simultáneamente. Es muy posible que se haga con el liderazgo conservador y al día siguiente dé un giro de 180 grados y proponga celebrar un segundo referéndum, construir un muro o pedir dos huevos duros. Lo sabremos en Halloween, que este año no necesitará disfraces, ya que tendremos al frente del mundo anglosajón a los hermanos Tweedledum y Tweedledee. Si ya era peligroso un chimpancé suelto con una navaja, imaginemos a dos.
