Ahora que el suflé antimonárquico de Podemos está de baja por depresión, van los Reyes y se meten en la Orden de la Jarretera de Isabel II, algo estrictamente medieval y muy acorde con el barniz de modernidad que sus majestades le quieren (o querían) dar a la institución. Mis disculpas (o no) a los que desguazan estos asuntos de las brumas de la Mesa Redonda, pero al ver el terciopelo azul y el nombre de la estancia en Windsor de Felipe y Letizia pensé, de inmediato, en la relación entre Jarretera y jarrete, que es una pieza cárnica de gran predicamento entre los platos prominentes de algunas cocinas regionales. Pero vamos más allá de la circunstancia, aunque hay colocación de astros. Se siente que en Madrid pasa algo, coincidente con lo que de Vox quiere finiquitar la era de la bici y empezar la de la moto, y viva a la polución. Decía al principio que hay ventosidades de reconquista después de tanto Lgtbi, coletas y republicanismo civil. El nuevo orden del PP y Cs & Smith nos toca de cerca en cuanto a lucha de perspectivas (mejor que lucha de clases), pues el sustituto de Carmena es nada menos, a decir de los genealogistas (que vuelven a cotizar), José Luis Martínez-Almeida Navasqüés y León y Castillo, enredado en el árbol del Marqués de Muni, el cacique y exministro Fernando León Castillo, y de su hermano Juan, ingeniero director del Puerto de La Luz. O sea, el abolengo más profundo de la Conquista y de la terratenencia de la propiedad agrícola en las Islas se posiciona en esta capital que aspira a ser la España de toda la vida (ETV). ¿Nos hemos perdido algo? Más bien recuperamos un ancien régime cuyos campanazos están por llegar. La derechona sulfata un ciclo que a esta mezcla de nobleza, alta burguesía y funcionariado vip le resultaba vomitivo hasta decir basta.
