Querido amigo, me contaba un colega de mi quinta que su mujer había estado una época empeñada en que tenía una aventura con otra fémina, y no paraba de preguntarle dónde había estado el día anterior o lo que estaba haciendo cuando no le cogía el móvil.

Total, que, harto ya de que le estuviera espiando, aprovechó un día que salieron a comer fuera para decirle que ella era la única mujer de su vida, y que, aunque ya no tuvieran sexo como cuando jóvenes, la seguía queriendo igual que entonces.

Pero, como quiera que ella no parecía estar muy convencida de su fidelidad, terminó diciéndole: "Mira, Carmen: a mi edad no se puede andar por ahí de flor en flor o metiéndote con nadie en complicadas aventuras de cama. Así que, no te soy infiel, aunque solo sea por las incomodidades que tendría..."

Y es cierto, Gregorio, porque para tener una doble vida sentimental necesitas tiempo y dinero; tiempo porque tienes que dedicarle tantas o más horas a tu amante como las que le dedicas a tu mujer, y suficiente dinero para atender las necesidades y los caprichos de las dos.

Está demostrado que para ser un embustero de ese nivel se necesita inteligencia y práctica, porque no hay mayor error que llamar a una por el nombre de la otra, y lo mejor sería que te acostumbraras a llamar a las dos con un mismo apelativo como "Cariño" o "Mi amor"...

También hay otras cosas a tener en cuenta como, por ejemplo, no usar un champú distinto con tu amante que con tu mujer ni ir a las mismas cafeterías y restaurantes, y solo pagar con tarjeta de crédito cuando salgas con tu mujer.

Siempre que sea posible no viajes en el mismo vuelo con tu amante y, sobre todo, que no se te ocurra reservar una habitación doble. Tienes que reservar una doble pero de uso individual y, una vez en el hotel, pagar la diferencia...

Todo resulta bastante complicado y hay que tener verdadera vocación para meterse en esa clase de vida. Pero si de repente sientes la necesidad de un revolcón, es preferible que pagues a una profesional. Es más cómodo y barato y no tienes que darle explicaciones a nadie. Solo necesitas una ducha para volver a casa contento y satisfecho.

En cierta ocasión le preguntaron a un ligón experto en esas batallas lo que era para él la eternidad, y el sujeto contestó: "El tiempo que pasa después de echar un polvo hasta que ella se marcha a su casa..."

Cuando ya tienes años suficientes como para controlar tu testosterona, la comodidad es una condición de la que no debes prescindir, y es preferible renunciar a algunos placeres que complicar tus relaciones familiares. Así no te pasará lo que a nuestro equipo de fútbol, Gregorio, que los puntos que gana fuera los pierde luego en casa...

Un abrazo, amigo, y hasta el martes que viene.