La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

LA TIRA FERNANDO MONTECRUZ

Partidos de colorines

Nadie ignora a estas alturas que el feminismo ha adoptado como distintivo el color púrpura, que era cosa de obispos y purpurados. La Iglesia no se caracteriza exactamente por sus prédicas a favor de la igualdad entre sexos; pero en esto se conoce que ya no van quedando colores disponibles para todos los partidos, religiones y movimientos sociales. De hecho, las defensoras de los derechos de la mujer han de compartir el morado con Podemos, que es un partido acaudillado por Él.

Ocurre lo mismo con otros colores de la paleta. El rojo, por ejemplo, es el que ha representado tradicionalmente a la clase obrera; pero aun así da lugar a enojosos equívocos. Obsérvese que lo utilizaron en sus banderas partidos de ideas tan distintas y en apariencia contrapuestas como el Nacionalsocialista alemán y el Comunista; aunque también lo calzaban los papas hasta la llegada de Francisco. El actual pontífice, que curiosamente gasta fama de rojo entre la gente más de derechas, interrumpió la tradición al inclinarse por unos zapatos de más ordinario color negro.

En realidad, el rojo no pertenece a los rojos ni al Papa de Roma, sino al diseñador francés Christian Louboutin, que demandó con éxito a un par de firmas por copiarle las suelas de ese color, características de sus zapatos de señora. Ciertamente, el fallo no afecta a las banderas ni a la ropa en general, que siguen siendo de dominio público; pero sí a las suelas de ese calzado con vertiginosos tacones que el astuto Louboutin vende a 800 euros el par, con un par.

El azul lo ha pillado casi en exclusiva la derecha, desde que la Falange adoptó como referencia una camisa de ese color en tono oscuro, lo que daría origen a que las tropas enviadas por Franco a la estepa rusa recibieran el nombre de División Azul. Al azul, de tono algo más aguado, recurre también, salvadas las distancias, el Partido Popular que por el momento representa a la mayor parte del conservadurismo en España. Quizá sin advertirlo, le llevan la contraria a los americanos. Allá en el rancho grande, el blue es color del Partido Demócrata, que pasa por ser de izquierda (dentro de las posibilidades de ser de izquierda en Estados Unidos).

El naranja, que podría representar aquí un color patriótico desde los tiempos del Mundial del Naranjito, pertenece también en su mayoría al dominio de la derecha. Tanto es así que el PP lo utilizó, fugazmente, en su campaña para las elecciones municipales de 2007; bastantes años antes de que el copyright de ese color cítrico pasara a sus competidores de Ciudadanos. Por ahí fuera lo utilizó también el Partido Pirata de Alemania; si bien se trata de una excepción meramente anecdótica.

Poco hay que decir del verde, que, por fácil asociación con el reino vegetal, ha pasado a ser patrimonio de casi todos los partidos defensores del medio ambiente. Pero no solo. En España lo emplearon también los monárquicos, por aquello de que el acrónimo de esa palabra venía a significar, para ellos, Viva El Rey De España. No advirtieron entonces las incómodas connotaciones de la palabra "verde" aplicada a la conducta de algunos monarcas. Ahora lo ha elegido para su logotipo Vox, que es el partido de moda, por más que su ecologismo se resuma en la caza y en los toros.

Están disponibles aún, para quien quiera utilizarlos, el negro, el blanco y el rosa. Solo que no va a caber tanto partido en el Congreso: y no digamos ya en el Consistorio.

Compartir el artículo

stats