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El grave defecto social de la impuntualidad

Me comentaba hace unos días un amigo que en determinada localidad existía la costumbre de utilizar la expresión "ahora después", cuando a alguien se le interpelaba acerca de cuándo iba a hacer algo o acudir a un lugar. Y lo curioso es que, claro está, esa expresión suponía una propia contradicción en sus justos términos, ya que conjugaba dos expresiones contradictorias, a saber: ahora y después. En este contexto, cuando respondes a alguien que vas a hacer algo "ahora" significa que lo vas a hacer ya. Y cuando utilizas la de "después" es que vas a tardar. No pueden utilizarse, en consecuencia, dos expresiones que signifiquen cuestiones contrarias en sí mismas. Pero ello no deja de ser más que una mera anécdota del comentario sin mayor trascendencia que dar pie a la idea que descansa sobre estas líneas en torno a la puntualidad a la hora de hacer las cosas.

Con ello, al final lo que quiere decir quien responde con esa expresión es que lo hará "cuando le dé la gana". O, simplemente, no lo hará, o tardará en hacerlo. Y este es uno de los problemas graves de esta sociedad, referido a la impuntualidad, por un lado, y a los incumplimientos ante los plazos en llevar a efecto las obligaciones que todos tenemos. Es el "vuelva usted mañana" tradicional de sobra conocido, aunque a veces se cambia por el "no vuelva usted nunca que no se lo vamos a hacer".

Por ello, una sociedad no puede estar construida sobre la base de los incumplimientos y los retrasos en asistir a un sitio o en hacer las cosas. Los plazos y los tiempos para actuar son una de las piezas claves en el éxito o el fracaso en una sociedad. No podemos movernos, ni avanzar, de espaldas al reloj de los tiempos en que debe actuarse.

Debe relacionarse todo esto, también, con los retrasos de las personas a la hora de quedar unas con otras, porque la impuntualidad es uno de los grandes defectos que actúa como símbolo, o exponente, de la falta de credibilidad de quien así actúa, debido a que, si se incumple la asistencia al tiempo en el que se ha quedado, cualquier otra actuación relacionada con un plazo en llevar a cabo una conducta personal, o profesional, vendrá abocado al fracaso. Y con ello dará lugar a la falta de credibilidad objetiva del sujeto que así actúa.

Las personas no solo se conocen por su forma de trabajar, sino, también, por el tiempo que tardan en hacer las cosas y hacerlas bien. Y al mismo tiempo por ser fieles y leales con la puntualidad. En caso contrario se pierde credibilidad. Y en caso de ser así, la sociedad se perjudica por un gran defecto que es preciso corregir. Y pronto.

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