Ha comenzado la X Legislatura del Parlamento de Canarias tras la reforma electoral aprobada a través del nuevo Estatuto de Autonomía que entró en vigor en noviembre de 2018. En primer lugar, debemos felicitar a todos los diputados y diputadas que han conseguido el acta para representar a los canarios, esta vez en términos más acordes a los estándares de calidad democrática que rigen en otros sistemas electorales. También toca felicitar al nuevo gobierno y a su presidente, Ángel Víctor Torres.

Es cierto que estamos más cerca de la normalización del sistema electoral de Canarias, pero aún estamos lejos de conseguir un sistema de representación con la adecuada proporcionalidad. El recién estrenado sistema electoral ha mejorado los valores en el índice de malapportionment (desequilibrio en el prorrateo de escaños entre circunscripciones en atención a la población) y en el de desigualdad en el valor de voto entre electores, aunque en ambos casos de forma discreta. Más notable ha sido su efecto en la disminución del número de votos desperdiciados, que se ha reducido en más de 90.000.

En cualquier caso, se ha dado el primer paso, y ahora debe seguirse profundizando en la mejora democrática de nuestras reglas de elección de representantes cuando se acometa por el nuevo Parlamento el mandato estatutario del desarrollo de una ley electoral.

Las condiciones para afrontar la Ley Electoral que tiene pendiente de aprobar nuestra Asamblea Legislativa son, a pesar de las dificultades derivadas de las posiciones contrapuestas de los grupos políticos, bastante más favorables que aquellas con las que los partidos tuvieron que lidiar una década atrás. Lo son porque ya se ha superado el tabú de la triple paridad y, además, porque se ha podido comprobar que el nuevo sistema electoral, lejos de romper Canarias, ha introducido con la circunscripción autonómica, un instrumento valioso para progresar en la construcción del Archipiélago. La idea que de Canarias tiene cada organización política -basculante entre las dos posiciones extremas de los conceptos isla/región-, repercute indefectiblemente sobre esa futura Ley de Elecciones al Parlamento. Será de utilidad evaluar formulaciones intermedias dentro de ese rango, que vengan a superar la tradicional confrontación dicotómica insular/autonómica.

Habrá tiempo para que todos (grupos políticos, academia y sociedad civil) puedan dialogar con calma sobre los aspectos que debe contener una nueva ley electoral con vocación de permanencia frente al actual sistema electoral, que solo está regulado en una disposición transitoria del Estatuto. Pero ese tiempo para su aprobación ya está tasado por la norma autonómica: restan dos años y cinco meses para culminar el procedimiento legislativo.

Tal y como pudimos transmitirle al líder de la Agrupación Socialista Gomera, Casimiro Curbelo, en la jornada del pasado 12 de julio, nada hay que no pueda hablarse y debatir con una actitud de diálogo constructivo, opinión en la que Curbelo coincidió. Y ese diálogo probablemente deba abarcar, simultáneamente, un campo más amplio que el de la mera ley electoral, extendiéndolo a otros aspectos que tienen que ver con la equiparación de nuestros territorios más frágiles a los más pujantes. Al tiempo que nos ha parecido positiva la actitud del diputado gomero, nos preocupa que en un discurso de Investidura se obvie un tema que el nuevo Estatuto exige acometer; no se trata, desde luego, de una ausencia menor. El nuevo Presidente de Canarias tendrá más oportunidades para referirse a este asunto; pero no dejar huella en la primera ocasión en la que se dirige a la Cámara y al pueblo canario, es una señal que podría dar a entender que se eluden los temas más peliagudos de abordar para el próximo gobierno y para la Cámara.

Somos conscientes de las dificultades del nuevo pacto de Gobierno para promover este asunto, pero el punto cuatro de la disposición transitoria primera no se volatilizará sin más. Los desafíos legislativos habrán de afrontarse. Transmitir a la ciudadanía que la actitud frente a los retos más espinosos será decidida, es la mejor manera de trasladar confianza, compromiso y responsabilidad. Todo es posible con un diálogo razonable. Si prevalece la actitud de estar dispuesto a escuchar los argumentos del contrario y la de saber empatizar con sus posiciones y sus aspiraciones, es posible que nos llevemos la sorpresa de que estamos más cerca de una solución que de la sempiterna confrontación entre territorios y, también, entre organizaciones políticas.

Demos tiempo al tiempo. Acaba de arrancar un gobierno que tiene muchos temas que resolver, algunos de ellos de la manera más inmediata. Se necesita, además, un plazo adecuado para que se asienten las nuevas estructuras organizativas y para que la confianza y la lealtad entre los socios vaya calando con el trabajo del día a día. También los grupos de la oposición requieren su tiempo para recomponer sus líneas de actuación. Una vez que esa etapa de recomposición del Ejecutivo autonómico y de actualización de las estrategias de las distintas organizaciones políticas se haya completado, llegará el momento de encauzar la importante tarea legislativa. Será entonces cuando todos tendremos que reservar una parte de nuestra energía para dedicarla a este asunto.

Demócratas para el Cambio tratará de aportar soluciones. Lo haremos, como siempre, fundamentando cada propuesta que hagamos y creando un clima de confianza con todos los interlocutores que quieran escucharnos, tanto los partidos que dan su apoyo al gobierno como los que se encuentran en la oposición. Creemos que hay una oportunidad histórica, de la que no debe inhibirse ninguno de los grupos políticos, para aproximarnos al sueño que, desde antes de la llegada de la democracia, late en todos los canarios: hacer de las ocho islas una sola tierra.

* Coordinadores de DPCVicente Mujica MorenoCarlos Fernández EsquerJosé Brito LópezLuis Roca ArencibiaJosé M. Marrero HenríquezSamuel Marrero LorenzoManuel Rodríguez González